Crítica de Línea 137

Recupera el trabajo realizado diariamente por los integrantes del programa Las Víctimas Contra las Violencias. Este servicio social gratuito interviene en situaciones de violencia intrafamiliar, de género o en casos de abuso sexual.

El accionar machista es un problema de orden histórico y de carácter sistémico. Las cifras hablan por sí solas. En el caso argentino, en particular, una mujer es víctima de femicidio cada 30 horas. Pero detrás de estos datos estadísticos hay experiencias particulares. Algunas de ellas son retomadas en Línea 137, el nuevo documental de Lucía Vasallo (La cárcel del fin del mundo). La realizadora acompaña en diferentes oportunidades a las/os trabajadoras/es del programa Las Víctimas Contra las Violencias -que actualmente opera en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Resistencia, Posadas, Garupá, Oberá y El dorado-. Ellas/os intervienen en distintas circunstancias en las que se manifiestan actos de acoso, abuso o agresión de tipo verbal, física o sexual. El foco está puesto en la praxis de los miembros del programa y en las declaraciones brindadas por las víctimas -originadas en las charlas con los asistentes sociales y psicólogos, ya que no se realizan entrevistas a posteriori-. Los episodios tratados resultan más que impactantes, y es notorio el predominio de casos de violencia de género que tienen a distintas mujeres como víctimas y a hombres como los perpetradores.

Una de las decisiones más inteligentes y valorables por parte de las realizadoras fue la de haber optado por no exhibir los rostros y distorsionar las voces de las víctimas. De esta manera, evita su revictimización y logra escaparle a la representación morbosa. Asimismo, la idea de mostrar y nombrar a los integrantes del programa, ya sean médicos, asistentes sociales o psicólogos, también es acertada, ya que implica un acto de justo reconocimiento. Pero más allá de esos nombres particulares, el documental remarca la importancia que tienen tanto el involucramiento físico, como la sensibilidad social y la empatía de estos profesionales. El acompañamiento a las/os damnificadas/os y el trabajo con la palabra se tornan cruciales, ya sea para ayudarles a sobreponerse a un momento de nerviosismo o temor, para brindarles información, como también para colaborar con la des-naturalización de sus propios prejuicios es pos de que esos hechos no se reiteren.

Cabe destacar la labor de investigación y de elaboración del guion por parte de Marta Dillon. Tanto su impronta periodística como su compromiso político-feminista se ven reflejados en el film, y además logra evidenciar el requerimiento urgente de una mayor preocupación y participación por parte de las entidades estatales en estas problemáticas. En este aspecto, otro de los méritos del documental radica en su capacidad para apuntar ciertas falencias institucionales y reclamar por una mayor articulación entre todos los organismos y actores implicados -entre los que se encuentran el Poder Judicial de la Nación, la Oficina de Violencia Doméstica, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, el Juzgado de Familia, entre otros-. También son indispensables los debates al interior de este programa dirigido por la Dra. Eva Giberti. La exposición de estas discusiones nos permite acompañar a los integrantes en sus reflexiones y ser testigos de sus logros y desaciertos, como también de las tensiones y acuerdos con otros sectores.

Línea 137 se consolida, ante todo, como un documento audiovisual esencial en este contexto actual de lucha contra la cosmovisión machista y el sistema patriarcal. A través de su narrativa fragmentada y su forma de aproximarse a casos de violencia de diversa índole -sin distinción de clase, ubicación geográfica, ni poder adquisitivo-, logra abordar esta remota problemática que subsiste en la actualidad, sin caer en ningún tipo de formulación amarillista ni sensacionalista. En simultáneo, reivindica en forma pertinente la tarea de los trabajadores y operadores de la línea 137, y da cuenta de la necesidad impostergable de ampliar este servicio que hoy en día funciona únicamente en las cinco ciudades mencionadas y solo dispone de 240 profesionales. Por último, pero no menos importante, el film señala la posibilidad de una salida real para las víctimas de violencia, y expone la importancia del involucramiento de las instituciones públicas en estos asuntos.

 

 

 

 

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Tomás Cardín

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