El drama a través de distintas generaciones, el amor, las decepciones, los corazones rotos y todo eso que le da forma a la vida. Life Itself es una película que hace uso de todos los elementos que su director, Dan Fogelman, conoce por excelencia, todo con el aparente fin de hacer llorar a los espectadores, pero se le va mano y la historia tambalea. El resultado es un drama que se pasa de meloso e irregular.
La historia está divida en capítulos; cada uno de ellos con historias y protagonistas diferentes. El primero es Will (Oscar Isaac), un hombre depresivo que sólo piensa en su ex mujer, Abby (Olivia Wilde). A través de sus sesiones de terapia, se muestra la historia de amor que compartieron, llena de ternura y compañerismo. Emotiva y genuina, esta primera parte es, sin dudas, lo mejor de la película. Las actuaciones de Isaac y Wilde son geniales, tienen una química en escena que traspasa la pantalla y es por eso que esta parte emociona a todos los espectadores por igual. El problema es que ellos sólo son el primer capítulo. Después de eso, el guion pareciera ir cuesta abajo y ninguna de las historias que siguen logran tener el mismo impacto.
La conexión entre las historias es establecida por una narradora que sólo revela su identidad al final de la película, pero ya durante toda la segunda parte se puede adivinar quién es. El papel del narrador es siempre complicado, ya que no suele haber punto medio: o es completamente necesario para el funcionamiento y avance de la trama o es una voz molesta que simplemente se encarga de remarcar lo obvio y no aporta nada nuevo. Aquí es ambas. Durante la primera parte es fundamental, pero en la segunda está de más y sobre el final parece más un personaje salido de un libro de autoayuda. Además, la música sobre expositiva que remarca constantemente cuáles son las partes que deberían emocionar no ayuda en nada.
La particularidad de la segunda parte es que está toda en español. Transcurre en España y está protagonizada por Antonio Banderas, Laia Costa, Sergio Peris-Mencheta y Álex Monner. De toda esta trama sólo se puede rescatar una escena entre Banderas y Peris-Mencheta. Son sólo ellos dos hablando en una habitación, y sin embargo es lo mejor de toda una historia que se siente estirada por demás.
La película emociona, es cierto, pero muchas veces logra hacerlo recurriendo a clichés, a una musicalización obvia para forzar la reacción del público quitándole el posible impacto que podrían tener las líneas y, por momentos, un guion construido a base de frases hechas. Lo ideal sería poder disfrutar de la primera mitad como un corto. El resto no vale la pena.
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