Crítica de La Omisión

En una ciudad nevada del sur argentino, Paula, una joven porteña de 24 años, emprende una intensa búsqueda laboral. La falta de un trabajo, un hogar y un entorno afectivo estables acabarán convirtiendo esa búsqueda en un recorrido personal e introspectivo.

Está anocheciendo y ella camina por la banquina de la ruta. Se escucha su respiración cortada por el frío, sus pasos y ese crujido. La bocina del auto que la está siguiendo. En un minuto ya sentimos el frío que siente Paula, no sabemos qué está pasando, pero tenemos la certeza de que vamos a seguir mirando, porque esos minutos son suficientes para atraparnos.

La Omisión es la primera película de Sebastián Schjaer. Empezó a desarrollarla hace cinco años y se filmó en Ushuaia hace casi dos. Fue proyectada en el Festival Internacional de Berlín, en la sección Panorama. El film sigue la historia de Paula, una joven de Capital que fue al sur a trabajar para poder juntar plata. La trama se nos va presentando de forma muy dosificada, con lo cual la historia de la protagonista nos resulta un misterio durante el primer acto. Este es uno de los grandes fuertes, el desconocimiento sobre su vida, por qué realmente está en la ciudad más austral del mundo y por qué se relaciona con las personas de la manera en la que lo hace.

Sofía Brito interpreta el rol central y esta impecable en cada una de sus escenas. Aun sin líneas, la expresión de su rostro nos transmite todo lo que le pasa al personaje. Sentimos ese frío seco que pincha, la angustia, por momentos la alegría y en otros la frustración. Una película conmovedora que cala en lo más hondo y saca a flote muchas emociones. Algunas relacionadas con la película, otras no, pero lo que es seguro es que es imposible no salir conmovido de la sala. Uno de los motivos por los que esto pasa es la forma en la que está filmada. Intercala planos generales que nos muestran qué es lo que está pasando en la ciudad, en el bosque, en los lugares en donde Paula se mueve, y por otro lado primeros planos de los personajes que hacen imposible escapar a la mirada de los personajes y, en consecuencia, a lo que sienten.

Quizás el mejor creado y actuado, después del de Paula, sea el de Malena, una niña de tres o cuatro años. La naturalidad con la que actúa Malena Hernández Díaz, sobrina de Schjaer, es sorprendente. Trabajar con niños tan pequeños puede presentar dificultades, muchas veces a la hora de decir alguna línea se nota mucho el guión detrás. Este no es uno de esos casos, la relación que tiene con Paula, cómo habla con los otros personajes, es como si en ningún momento tuviera una cámara delante.

El cine argentino está pasando por su peor momento, cada vez es más difícil para los estudios independientes producir nuevas películas y el foco sólo se pone en grandes estrenos comerciales, además del vaciamiento del INCAA y una serie de políticas que sólo benefician al cine comercial. Por eso cuando una película como La Omisión llega a las salas, hay que apoyarla. Más cuando se trata de una obra como esta. En Capital se proyectará en la Sala Lugones y en el Malba.

 

 

 

 

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Julieta Cáceres

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