Crítica de La extraña vida de Timothy Green

Una pareja felizmente casada no ve la hora de formar una familia y viven soñando cómo sería su hijo. Cuando, súbitamente, el joven Timothy aparece en la puerta de su casa durante una noche de tormenta, descubren que a veces lo inesperado puede brindar algunos de los mejores regalos de la vida.

Aunque tiene una premisa interesante -una pareja que no puede concebir entierra literalmente sus esperanzas de un hijo perfecto en su jardín para encontrarlo en el patio al otro día- The Odd Life of Timothy Green demuestra claramente que el azúcar made in Disney puede provocar terribles casos de empalagamiento con historias demasiado almibaradas que no terminan funcionando, incluso para la platea adicta a estas fábulas románticas irremediables directas para ver una tarde de sábado.

Por mucho que quise que esta película familiar me agradase, simplemente no pudo lograrlo. Su falta de autenticidad, o al menos un mínimo sentido de la credibilidad dentro del realismo mágico, hacen que la propuesta se note demasiado simple, aún para los más pequeños. La participación del joven CJ Thomas, aunque agradable, no tiene un buen desarrollo que profundice su fantástica aparición, y siquiera la conexión entre sus nuevos padres es creíble. Timothy Green es otra producción más que se jacta de contar que hay veces que los hijos son más sagaces que los padres, incluso exceptuando que el susodicho aparezca por arte de magia en sus vidas. Hay temáticas que siempre suelen ser interesantes de ver en pantalla, pero ninguna de ellas está llevada con honestidad: temas como la muerte, la falta de confianza, los padres que nunca apoyan a sus hijos y hasta la exclusión por parte de los pares son ilustrados con bromas casuales en lugar de considerarse como puntos fuertes del argumento.

El guión del director Peter Hedges -que es increíble que viendo la calidad de ésta película haya escrito genialidades como ¿What\’s Eating Gilbert Grape? y About a Boy-, basado en la historia de Ahmet Zappa, no pierde en tiempo presentando a los amorosos y simplones padres que representan sin mucho aspavientos ni inspiración Jennifer Garner y Joel Edgerton. Tampoco a los villanos de turno en una familia que no los apoya bajo ninguna circunstancia. Se sucede con clichés que siempre funcionan pero que en esta ocasión no hay intento alguno de disfrazarlos para que el espectador no note la diferencia.

Timothy Green es una película confusa, tanto por su misma creación que por cómo fue desarrollada (con Disney involucrado en el medio, uno tendría un concepto mejor). No es una propuesta para chicos, tampoco para adultos. ¿Para padres, quizás? Esa incertidumbre la vuelve otro olvidable producto edulcorado.

 

 

 

 

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Lucas Rodríguez

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