Francia, 1425. En medio de la Guerra de los Cien Años, Jeannette, con sólo 8 años, cuida sus ovejas en el pequeño pueblo de Domremy. Un día, le dice a su amiga Hauviette que no puede aguantar más el sufrimiento que causan los ingleses. Guiada por su fe, se convertirá en Juana de Arco.
Jeannette cuida a sus ovejas en una colina. Mientras cruza arroyos, canta. Canta por la desgracia que vive Francia, la guerra con los ingleses, la hambruna y los huérfanos. Canta porque no entiende cómo Dios deja que eso pase. Jeannette en el futuro será conocida como Juana de Arco y sus cantos recibirán respuesta. Un musical diferente, sorpresivo y por momentos gracioso que merece ser visto, no necesariamente disfrutado.
Bruno Dumont escribió y dirigió Jeannette, l’enfance de Jeanne d’Arc, una particular obra que se distingue de cualquier musical de los últimos años. Irreverente, las canciones varían entre heavy metal, rock progresivo y pop. Juana sacude la cabeza de arriba abajo con las ovejas de fondo y los diálogos que mantiene con Hauviette, su amiga, son en su mayoría cantados. Con música compuesta por Igorrr, la película transcurre en escasos escenarios naturales y la simpleza de las tomas es clave en la narrativa de la historia.
Dividida en dos partes, con una duración de casi dos horas, lo primero que vemos es a una pequeña Jeannette que, mientras se ocupa de sus ovejas, canta su sufrimiento por las injusticias y el hambre, por la ocupación de los ingleses y los huérfanos. Esta niña de ocho años pide ser visitada por Madame Gervaise, una monja que resulta ser dos personas diferentes, para preguntarle por qué motivo Dios deja que eso suceda en el reino de Francia. Esta escena no sólo es la más cómica de la película, sino que es el punto de quiebre en la historia de la futura santa. Poco después de esto, se le aparecen tres santos que le comunicarán su misión, pero tardará años en cumplirla. En la segunda parte, con 13 años ya cumplidos y una decisión tomada, se prepara para marchar al frente y salvar a su país.
Así como es innovadora y sorprendente, la película tiende a volverse tediosa en partes y desafía la paciencia del espectador. Los momentos cómicos muchas veces no llegan a ser suficientes como para hacer tolerables ciertas escenas que parecen no terminar. Una de las cualidades más destacables de esta obra son los actores: grandes cantantes que interpretan las canciones en vivo -en la mayoría de los casos sin ningún ritmo de fondo- parecen carecer de formación actoral, aportando un toque de naturalidad a la obra. Cuando nos muestran la infancia de Juana, esta falta de interpretación en la actuación de los niños resulta simpática. Sin embargo, en la segunda parte, con personajes ya adultos, esta particularidad -por momentos entrañable- se vuelve un poco fastidiosa.
A pesar de esto, se destaca por su originalidad. Para algunos podrá no ser suficiente, mientras que para otros será lo más importante. Pocas frases usadas en críticas me resultan más pedantes que «no es para todos», pero en este caso siento que es necesario usarla. Es algo nuevo y diferente, sencillo pero único. Sin duda el ritmo no es al que estamos acostumbrados y uno de los mayores problemas que enfrentamos a la hora de verla es poder seguir los subtítulos, debido a la velocidad del canto.
Aquí se estrena en pocas salas pero, si disfrutan de los musicales, deberían buscarla. Serán contadas las veces que verán algo como Jeanette: La infancia de Juana de Arco. Ahora, si este género no les llama la atención, tranquilos… hay más opciones en cartelera.
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