Crítica de Invader Zim: Enter the Florpus

Zim comienza la siguiente fase de su plan siniestro para conquistar la tierra, pero su archienemigo Dib Membrana trata de desenmascararlo de una vez y para siempre.

Invader Zim: Enter the Florpus

Han pasado muchos años desde la última vez que vimos al Invasor Zim intentando apoderarse de la Tierra para así tener el respeto de su raza alienígena. Claro, el tiempo voló, nuevas series animadas han salido y han hecho crecer al medio hasta un límite que, a inicios del siglo, se creía inalcanzable. Pero el conquistador de planetas no había dado lo último de sí, con lo que regresa -directamente a Netflix– a un mundo que ya lo hizo desaparecer una vez, por lo que decide hacerlo por todo lo alto, ahora con la película Invader Zim: Enter the Florpus.

El arranque del film encuentra en un estado crítico a Dib, el eterno enemigo de Zim que juró proteger al mundo de las amenazas extraterrestres, pues no únicamente ha sucumbido ante la lógica obesidad causada por sus largos periodos de letargo, sino que está más obsesionado que nunca con el recalcitrante Irken. Esto hasta que, como caído del cielo -aunque en realidad estaba oculto en el inodoro de su casa-, Zim regresa decidido a efectuar la nueva fase de su plan, aquel que por fin lo haría conquistar a los humanos y recibir la aprobación de los altos mandos. Es así como el creador, escritor y dibujante Jhonen Vazques esboza un planteamiento cercano al espíritu de la serie: mordaz, irrevente y absurdo.

Invader Zim: Enter the Florpus

Todo aquel que haya visto los eternos intentos de Zim por lograr su siempre presente objetivo sabe que su estilo jamás fue el más pulcro. De hecho, la serie tuvo que encarar su cancelación por los bajos números de televidentes que consiguió en sus 47 episodios, los cuales fueron esquivos a la apreciación infantil por sus impactantes imágenes, inspiradas por una singular mirada hacia la existencia orgánica -un capítulo, Bolognius Maximus, se basó directamente en The Fly-. Tal locura cronenbergniana es no únicamente recuperada para la película -aunque en menores cuotas-, sino que esta se enorgullece de su naturaleza y la hace lucir mejor que nunca. Lo hay de todo aquello que hizo memorable el programa, destacándose un delirante clímax que demuestra las buenas ideas que hay desde el equipo de animación.

No obstante, Invader Zim no es únicamente sus descerebrados personajes y singulares situaciones, pues la carga de crítica social sigue presente. Ahora, como bien podría sugerir la película, quizá el mejor método de conquista que un alienígena podría encontrar es, de manera incuestionable, el capitalismo. El plan de Zim se aprovecha de la falta de interés por lo que hay detrás de un brazalete que, si todos los niños del mundo se toman de las manos y forman una línea alrededor del mundo, emanará un poder aprovechado para conquistar al mundo. Claro que, a diferencia de Hands Across World, el objetivo se logra, desatando un caos que algún ávido televidente de esa estólida sociedad no notará. En fin, las ideas de Vazques siguen igual de presentes y se revelan con el mismo carisma de siempre, dando una película accesible para cualquier público.

Invader Zim: Enter the Florpus no viene a subvertir el planteamiento que nació en 2001 para ser cancelada y resucitada con una película. En su lugar, opta por reforzar todo lo que hizo al programa original uno de los más intrigantes en su época sin caer en la obvia nostalgia, entregando un honesto nuevo intento al alienígena para conquistar la Tierra. Como solía indicar aquella afirmación que se ha perdido mientras más crece el catálogo de la gran N, el film hubiera funcionado a las mil maravillas -al menos, para el espectador- en la pantalla grande.

7 puntos

 

 

 

 

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