En un futuro cercano la gente deja de envejecer a los 25 años y debe trabajar para \'comprar\' más tiempo de vida. Cuando un joven descubre que tiene más tiempo de lo que imaginaba, deberá huir de las fuerzas policiales y de empresarios corruptos para salvar su vida.
«No tengo tiempo de preguntarme cómo pasó. Es lo que es». Dos líneas le bastan a Andrew Niccol para explicar que no explicará nada. Will Salas inaugura la película «reflexionando» sobre un presente cuyo futuro solo tiene un día, y como debe vivir con los ojos puestos en el ahora, de nada sirve explicar lo que ocurrió en el pasado. Esto no necesariamente significa un problema ya que constituye un punto de partida, la cuestión es que los interrogantes que abra la historia seguirán siendo interrogantes al terminarla. El padre de Will, el funcionamiento del sistema, los señores de arriba, todo parece ser válido para un film que, tan interesado por ganar tiempo, no se da cuenta de que lo está malgastando.
El director de Gattaca o Lord of War ha demostrado en su carrera ser un hombre de grandes y originales ideas. In Time no es la excepción, su planteo es sin duda interesante. Parece ser además la única forma de juntar a un elenco de jóvenes estrellas en la misma pantalla, más allá de que el atractivo que puedan tener esté totalmente pasteurizado. Pero aquello que convoca en su premisa de a poco se diluye al encontrarnos frente a una película que flaquea a la hora de la ejecución.
El tiempo lo es todo, no solo para los personajes, sino también para su realizador. Y con el tiempo tiene grandes problemas. En un film tan preocupado por el paso de los minutos es paradójicamente ello lo que falla. La obsesión sobre el mismo es constante, las decenas de planos a los relojes así lo atestiguan, lo que provoca una rigidez tal que le quita cualquier dejo de naturalidad. Las acartonadas actuaciones de Justin Timberlake, Amanda Seyfried o Alex Pettyfer no contribuyen a mejorar ese aspecto.
In Time es la prueba de que una buena idea no siempre alcanza. Con irregulares actuaciones de sus jóvenes actores, bastantes escalones más arriba que el resto están Cillian Murphy y Vincent Kartheiser, escenas forzadas, numerosos baches en el guión y diálogos solemnes, se acaba por construir dos nociones simplificadas al extremo: que el tiempo es tirano y que el pobre es bueno y el rico es– 00:00:00.
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