La película protagonizada –y producida- por Sandra Bullock para Netflix es una nueva versión de la miniserie británica Unforgiven, de Sally Wainwright.
¿De qué va? Luego de pasar 20 años en prisión por el homicidio de un policía en medio de un desalojo, Ruth Slater obtiene la libertad condicional. Su nueva vida en libertad no es muy amigable, aunque a ella solo le interesa encontrar a su hermana menor, de quien no tiene noticias desde su encarcelamiento. Pero eso será tan difícil como su reinserción.
Las primeras líneas de este drama post-carcelario tienen lugar mientras Ruth (Sandra Bullock) abandona la prisión en la que pasó recluida 20 años. Es acompañada por su oficial de libertad condicional (Rob Morgan), que le recuerda una suerte de 10 mandamientos a tener en cuenta de allí en más para no regresar tras las rejas. «Ni drogas, ni alcohol, ni bares ni clubes. No puedes estar con gente con antecedentes». Nadie está afuera esperándola. No hay ningún tipo de recibimiento. Solo se encuentra con una advertencia.
Efectivamente, los primeros pasos de su reinserción no resultan para nada armoniosos. Ruth es ubicada en una pensión repleta de personas con antecedentes -porque ella no puede optar por rodearse de delincuentes, pero si el Estado la aloja con ellos no hay problema-, casi como si el hecho de ser una ex convicta no ameritara mejores condiciones. Como si fuera poco compartir techo con adictos y compañeras de cuarto que hurgan en sus pertenencias, a Ruth no le queda más opción que trabajar como salmonera en un lugar donde los parámetros ameritan aclarar que si desea ir al baño puede hacerlo. Pero, principalmente, debe lidiar con una vida donde los errores no parecerían tener un castigo a la altura. 20 años en prisión podrán ser suficientes para la justicia, pero no para la sociedad.
De todas formas, la dura reinserción no desvía a Ruth de su único deseo: reencontrarse con su hermana menor (Aisling Franciosi), que vive con su familia adoptiva prácticamente desde que tiene uso de razón. No recuerda nada de su vida pasada ni de su hermana. Tan solo pequeños flashbacks del traumático hecho que las separó y que le impiden dormir.
La nueva película de la directora alemana Nora Fingscheidt (System Crasher) intenta abarcar varios puntos como las dificultades de la reinserción, la efectividad del sistema, la venganza y la identidad. Alrededor de estas cuestiones, a su vez, se entreteje de manera un tanto obvia y torpe el misterio por saber qué fue lo que en realidad sucedió en ese trágico desalojo hace 20 años. Probablemente sea allí donde se encuentre uno de los principales problemas de esta producción que, en la búsqueda por relacionar a su protagonista con distintos debates y personajes -la sub-trama de los hijos del policía asesinado que buscan venganza contra Ruth, si bien busca agregar una cuota de tensión a la historia, posee algunas situaciones ridículas- termina convirtiéndose en un melodrama automático e innecesariamente extenso en el que la mayor apuesta se basa en la sólida interpretación de Sandra Bullock, quien cumple con todos los requisitos para ser nominada por la Academia -incluido un ataque de ira en el que se permite destrozar una pared en construcción-.
No hay grandes méritos artísticos ni un guion que se aparte de los rumbos más convencionales. Inclusive, si se hila un poco fino, varios de los comportamientos de los personajes secundarios carecen de sentido, al igual que un predecible giro argumental más efectista que lógico. No obstante, gracias a la interpretación de su protagonista y un ritmo tolerable -hasta este olvidable drama resulta más entretenido que Dune-, Imperdonable puede ser una opción a tener en cuenta para quienes no tengan grandes pretensiones o sean seguidores de Bullock en cualquiera de sus facetas.
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