Nueva propuesta lacrimógena para adolescentes, basada en la novela juvenil de Gayle Forman, publicada en 2009. Al contrario que el éxito de género por antomomasia que resultó The Fault in Our Stars, If I Stay no llegó tarde y por eso se verá perjudicada, simplemente es un film menor y muy manipulador, que no consigue esconder con entereza los lugares comunes del género que visita en reiteradas oportunidades.
Como ya lo demostrase con la liviana remake de Carrie el año pasado, Chloë Grace Moretz se va consagrando poco a poco como la genial actriz de su generación que es, y no importa la calidad del producto donde participe, ella siempre sale adelante y a todo pulmón. El drama que le toca vivir en esta ocasión tiene momentos paupérrimos y muy mal escritos, que se trasladan aún peor a la pantalla grande, pero ella es una campeona y timonea cualquier crisis que se le presente. En la piel de la sensible Mia, Moretz representa a un pez fuera del agua incluso en su seno familiar, donde madre, padre y hermano menor, todos fanáticos de la música rock y punk, giran en torno a ella, adicta desde temprana edad a la música clásica. Esta extrañeza propia se acrecienta con el oportuno arribo de un cortejante, Adam, la estrella de rock del pueblo, que la empujará fuera de su zona de confianza.
Desconozco el tratamiento de las relaciones de los personajes en el libro, pero Moretz y su compañero Jamie Blackley gozan de un módico nivel de química, simplemente superados por el extraño amor que se profesan los padres encarnados por la genial Mireille Enos y Joshua Leonard. Pasando el endeble círculo romántico -que debería ser una fuerza imponente, el corazón de la película- un giro en el guión que es preferible no develar en este momento cimenta el trayecto que seguirá el film. A partir de ahí, ni el libreto de Shauna Cross -escribió la irreverente Whip It– ni el debut sin pena ni gloria del director R.J. Cutler -del interesante documental The September Issue– logran hacer levantar vuelo a una trama desprovista de corazón y buenos momentos. La condición bordeante en el realismo mágico que toma If I Stay se nota cargada, y va pesando más conforme pasa el tiempo, fragmentando la estructura narrativa con muchos saltos temporales y abuso de flashbacks, claramente los únicos recursos posibles que tenía a su disposición Cutler.
If I Stay funciona para ir al cine, lagrimear a mares y salir, comentando que dura que fue la película, que genial es el papel de Chloe, y correr a comprar el libro en el que se basó. Con el paso de las horas, la historia se irá esfumando y quedará en el olvido. Una pena, porque una actriz tan joven se merece plataformas de salto mucho más sugerentes que una undécima adaptación literaria del estilo.
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