Crítica de Hotel Transylvania 2

Drácula y sus amigos tratan de sacar la parte monstruosa de su nieto -mitad vampiro, mitad humano- para lograr que su adorada hija Mavis se quede en el hotel y no se vaya al mundo exterior en busca de una vida mejor.

Tres años después del gran éxito de la primera aventura, la pandilla animada de Adam Sandler y compañía vuelve a la carga una vez más, continuando la acción donde quedó en la simpática entrega anterior.

Ahora con la familia agrandada con la llegada del pequeño Dennis, la actividad en el Hotel Transylvania ha cobrado un nuevo sentido. Ya sin el prejuicio a los humanos, el hotel se ha vuelto un concurrido destino de vacaciones tanto para monstruos como para humanos. Los monstruos son ahora considerados cool, casi hasta como celebridades, y el mundo es un poquito mejor con este cambio de paradigma. Pero la inquietud de Drácula es saber si su adorado nieto se convertirá en uno de la camada o quedará como un humano común y corriente. Es tanta su preocupación que se unirá a sus amigos inseparables -Frankenstein, el Hombre Lobo, el Hombre Invisible y la Momia- para despertar en el pequeño sus instintos monstruosos antes de que su hija se lo lleve al mundo exterior, donde tendrá una vida mucho más cotidiana y rodeado de más humanidad de la que tendrá en el extravagante hotel.

Con la entrada de Sandler como escritor de la secuela, ciertas cosas han cambiado. Las partes siguen siendo las mismas, pero el subtexto de Hotel Transylvania 2 no es tan interesante como el de su predecesora, y hay una cierta recurrencia a los chistes subidos de tono que pasarán desapercibidos por la platea infantil, pero sus progenitores sin duda notarán. Es el Humor Sandler que ha permeado hacia el mundo de la animación, y se sabe que nada bueno puede salir de ello. En esta ocasión sólo escuchamos sus voces, así que no tenemos que sufrir su presencia corpórea, pero que se haya hecho cargo del guión es un detalle para tener en cuenta, sabiendo el tipo de humor banal y soso que puede llegar a surgir del actor.

Y aunque la historia no sea magnífica, la película se deja disfrutar por su atractivo visual. El director Genndy Tartakovsky vuelve a recrear un mundo con criaturas variopintas y coloridas, con un detalle muy refinado y palpable, y todo sin un presupuesto excesivo de por medio. Como siempre, el 3D se luce en los primeros momentos para después ir siendo relegado a un segundo plano, así que están avisados. Hotel Transylvania 2 es una secuela a la altura de la primera parte, con el mismo nivel de calidad en animación aunque ya sin el mismo nivel de sorpresa que antes. Se deja ver.

 

 

 

 

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Lucas Rodríguez

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