Cuando el anarquista ciber-genéticamente mejorado Brixton toma control de una amenaza biológica, dos enemigos jurados deberán formar una alianza para hacer caer al único tipo que podría ser peor que ellos.
Es interesante el camino que se ha recorrido para llegar a Hobbs & Shaw. Un desprendimiento de Fast & Furious, está encabezada por dos personajes que se incorporaron a la franquicia como enemigos de la familia Toretto, que con el paso de las películas fueron acercándose al interior del círculo de confianza. Dwayne Johnson se sumó en Fast Five, sin lugar a dudas la mejor de todas las entregas, e inyectó una dosis de adrenalina a la vez que se pivoteó hacia otro rumbo, menos enfocados en los autos rápidos y más orientados hacia el equipo como una suerte de agentes internacionales dispuestos a salvar a la humanidad. El caso de Jason Statham es algo más complejo, dado que su Deckard Shaw literalmente mató a uno de los héroes, el Han de Sung Kang.
Pero la historia la escriben los que ganan y la incuestionable química demostrada por los dos pelados en The Fate of the Furious fue suficiente como para convertir a su spin-off en una prioridad. Especialmente cuando aquella octava parte puso en evidencia la falta de aprecio entre The Rock y Vin Diesel, con una publicitada disputa que llevó a que no compartieran ninguna escena. Dos caras de la franquicia que no se soportan, una de las cuales es una de las mayores estrellas del mundo –y que brilla mucho más que el protagonista-, y la solución fue lógica. Darle a Luke Hobbs su propia familia.
Hobbs & Shaw es menos Fast & Furious y más una buddy cop movie tradicional, con una pata claramente en el terreno de la ciencia ficción. Las películas de Rápido y Furioso se fueron alejando de las leyes de la física con cada entrega, pero esta ya incluye súper hombres modificados genéticamente, además de la habitual amenaza mundial. Pero como en su núcleo es una película del mencionado subgénero, con dos agentes de personalidades marcadamente opuestas que deben aprender a trabajar juntos para resolver un caso, la clave de su buen funcionamiento está en el permanente ida y vuelta entre Johnson y Statham.
Los dos se llevan claramente bien, son consolidados héroes de acción, rebozan de carisma y pueden dispararse veloces insultos de forma permanente. Se entiende la convocatoria de Chris Morgan para escribir el guion –al cual se sumó Drew Pearce-, que si bien después de tantas películas de la franquicia ya no tiene demasiadas ideas, indudablemente conoce a sus personajes. Hubiera sido genial poder disfrutar de ese duelo verbal entre los protagonistas –sumándoles a Idris Elba como un Superman negro-, pero la copia proyectada fue doblada al español y mucho se pierde en la traducción, ni hablar de que realmente afectó la experiencia general.
Es para destacar también la incorporación de la bellísima Vanessa Kirby a la mezcla, que con esta y la pasada Mission: Impossible – Fallout ya se probó con éxito en el género y es una estrella en potencia. Hay un importante nivel de producción, que lleva a la acción desde Londres a Rusia y después a Samoa, con persecuciones vistosas y muchas explosiones. La convocatoria de David Leitch como director prometía grandes secuencias cargadas de adrenalina y cumple, aunque más alejado de su debut John Wick y más cerca de una típica Fast & Furious, con menos coreografía y más edición rápida –aunque hay algo más de interés en la estética y en el uso de la iluminación-. Y si se esperaba cierto anclaje en la realidad, es todo lo contrario. Los golpes no se sienten, como en la de Baba Yaga o Atomic Blonde, y el abuso del slow-mo no le hacen ningún favor.
Hobbs & Shaw se estira bastante más de la cuenta, sus 135 minutos se hacen notar. En el tercer acto, sobre todo, con el viaje a las raíces polinesias de Hobbs después de un punto climático, que parece alargar la acción de forma innecesaria. Uno puede escuchar al The Rock productor pedir ese duelo de soldados de última generación contra los hombres de la vieja escuela. Todo tiene que ser imposiblemente cool, hasta algo tan básico como despertarse y desayunar. Hay cierta veta autoconsciente que permite que se tomen las cosas con menos seriedad, algo necesario para explorar un film del estilo, con un MacGuffin viral que amenaza a la Tierra y solo dos hombres para salvarla.
Funciona como spin-off de una franquicia que hace tiempo tomó una curva hacia otro rumbo. Y hay espacio para crecer. Tanto que una y otra vez se dedica tiempo a instalar las piezas para futuras entregas de Hobbs & Shaw, sin necesidad de compartir set con Toretto y los suyos. Es una pulseada ganada por parte de The Rock, que deja oír fuerte y claro los engranajes de la industria que mueven una franquicia multimillonaria.
[ratingwidget_toprated type=»pages» created_in=»all_time» direction=»ltr» max_items=»10″ min_votes=»1″ order=»DESC» order_by=»avgrate»]
Lo nuevo de Michael Mann retrata al creador de la mítica escudería.
Paul Giamatti protagoniza una de las serias candidatas al Oscar.
Sydney Sweeney y Glen Powell se juntan para intentar revivir las comedias románticas.
Hollywood se prepara para celebrar a lo mejor del año pasado.