Crítica de Hell or High Water / Sin nada que perder

En ella dos hermanos, Toby (Pine) y Tanner (Foster), emprenden una calculada ola de robos bancarios que los pone en un curso de colisión con un Ranger de Texas (Bridges) determinado a detenerlos.

El western es un género que, actualmente, no tiene mucha cabida con el público en general. Westerns eran los de antes, y con algunas contadas excepciones, es un género que se quedó para siempre en la Era Dorada de Hollywood. Hay nuevas variaciones, lo que podría llamarse neo-western, y Hell or High Water entra ampliamente en ese apartado. La película escrita por el brillante Taylor Sheridan, que nos dio recientemente la excelente Sicario de Denis Villeneuve, no redescubre la rueda ni el fuego con su historia, pero la dota de personajes grises y una trama pausada pero electrizante que cautiva a la audiencia.

Que haya entrado en el codiciado podio de Mejor Película a los próximos Oscars es algo extraño, sobre todo porque había nombres mas pesados, pero un muy buen boca a boca en su país nativo la llevó a donde está ahora. Y eso no es malo, simplemente sorprendente, un verdadero dark horse en la carrera cinéfila. Una vez terminada la película, uno sabe cuáles fueron los motivos de que haya llegado lejos. Los hermanos Toby y Tanner, en plan Robin Hood, comienzan a robar bancos en pueblos remotos de Texas para saldar la deuda bajo la cual se encuentra el rancho familiar. Para Toby significa dejarles algo a sus hijos en estos difíciles tiempos que corren, para Tanner es ayudar a su familia apoyado en el prontuario delictivo que se forjó durante toda su vida. El detalle que se cruzará en sus caminos es el marshall Marcus, policía casi retirado que hará de este caso una salida gloriosa para su carrera.

Hasta ahora, la historia de estos hermanos no difiere mucho de otras películas, pero el guión de Sheridan y la dirección de David Mackenzie ayudan muchísimo a ver desde otra óptica. Y ni hablar del trío protagónico de Chris Pine, Ben Foster y el formidable Jeff Bridges. Los hermanos Howard que componen Pine y Foster son dos caras de una moneda, pero su relación es tan simbiótica que parecen hermanos reales de tan buena química. Pine sigue tomando papeles centrados que demuestran poco a poco el eximio actor que es, mientras que a Foster el papel de salmón a contracorriente le sienta de perlas, quizás un poco demasiado bien. Bridges es otro asunto. Su presencia en la película en general es acotada, pero le es suficiente a la leyenda de Hollywood para robarse el show como un hombre maduro, al que la vida lo ha gastado día a día, pero no quiere despedirse de su vida como policía sin haber dejado una huella tangible de su paso. Jeff es eléctrico, cada vez que habla, cada palabra y acento se notan saboreados por un actor que sabe como distinguir a cada una de sus creaciones. Juntos, los tres son el núcleo del éxito del film.

En líneas generales, la acción de Hell or High Water se toma su tiempo para construir los escenarios y desarrollar a sus personajes. El ritmo es sosegado pero nunca lento. Cada momento importa, y cuando la situación estalla, lo hace para siempre y la persecución se apodera de la pantalla. Hay una pincelada muy grande con bajada de línea política, sobre todo al siempre conflictivo poder que tienen los bancos sobre la vida de personas ordinarias, y una radiografía muy marcada del ciudadano texano -hay un momento luego de un frustrado atraco donde los mismos pueblerinos toman cartas en el asunto que es gracioso y potente, al mismo tiempo que resulta muy revelador- pero nunca se vuelve aleccionadora o nada por el estilo. Es la trama que Sheridan y Mackenzie eligen contar, sin demonizar ni santificar las acciones de todos los involucrados.

Lo que comienza como un neo-western típico, ése al que uno juzga por ser más de lo mismo, poco a poco se vuelve una extraña criatura. La acción no será demasiada, pero todo pasará por sus protagonistas y las relaciones que tienen los unos con los otros. El factor humano es decisivo para el éxito de Hell or High Water. No será demoledora como Sicario, pero motivos para atrapar no le faltan.

 

 

 

 

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Lucas Rodríguez

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