Eddie Mannix es un "mediador" que trabaja para Capital Pictures, uno de los grandes estudios de Hollywood. Su tarea consiste en proteger la vida y la intimidad de las estrellas de cine de todo tipo de problemas y rumores que puedan dañar su reputación, manteniendo los escándalos de los actores fuera del conocimiento de la prensa.
Después de más de una década de estar en desarrollo, finalmente el público puede disfrutar de Hail, Caesar!, un proyecto que apasionó por años a los hermanos Ethan y Joel Coen. Claro que, como en el caso de Silence de Martin Scorsese, hasta que pudieron avanzar con él, los realizadores enfocaron su atención en muchos otros films. La idea primigenia era la de un grupo de actores en los años \’20 al desarrollo de una obra sobre la Roma antigua, que con el tiempo evolucionó hacia la figura de Eddie Mannix y sus operaciones en la Hollywood de inicios de la década del \’50. Era, inicialmente, parte de la trilogía de «cabeza hueca», aquella que George Clooney lidera desde O Brother, Where art Thou? (2000). Mientras esta juntaba polvo en el cajón, sin embargo, la dupla avanzó con Intolerable Cruelty (2003) y Burn After Reading (2008), con lo que su planeado trío es ahora un cuarteto. Y lo hace con un sincero homenaje a la época dorada del cine, repleto de referencias históricas que hacen a la delicia de un cinéfilo.
Hail, Caesar! supone un día en la vida de Eddie Mannix, un ejecutivo de estudios de la vida real, cuya labor es la de proteger la imagen de la compañía para la que trabaja, sin importar lo que deba hacer. El hombre opera como mediador en todo tipo de conflicto, sea en relación a problemas personales de sus estrellas, peleas dentro del set, elecciones de elenco y hasta supervisando el avance de sus películas más importantes. El personaje, que Josh Brolin interpreta con mucha entereza, atraviesa todo tipo de situación en su camino a que Capital Pictures se sostenga como un estudio de primera ante los ojos del público, llegando incluso a mantener una brillante reunión con un cura católico, uno protestante, uno ortodoxo y un rabino para ver si la superproducción del título puede ofender a alguien en su representación de Jesús.
El título del último film de los hermanos Coen bien puede tener que ver con el trabajo del respetado Mannix, pero en concreto hace referencia a la película más importante que el estudio desarrolla en 1951, una que encabeza Baird Whitlock (George Clooney), quien es secuestrado a poco de finalizar el rodaje. Además de esta, Hail, Caesar! contiene varias películas en una, dado que se asiste a la filmación de un western, de un drama, de un musical al estilo de los de Gene Kelly o de uno acuático como lo de Esther Williams. Y las menciones no son casuales, dado que todos los personajes tienen su correlación histórica, más allá de que el de Brolin sea el único con nombre y apellido verdadero. Todos en el impresionante elenco encarnan a una suerte de alter ego de figuras reales de la época, mientras trabajan en films que también tienen su contrapartida. Después de todo, Hail, Caesar! es Ben-Hur.
Uno de sus mayores méritos es el de dar una mirada incisiva y cínica –no podía ser de otra manera con los hermanos como directores- sobre el Hollywood de la época, uno que en más de una forma se replica en la actualidad. Parejas que se arreglan para las cámaras, escándalos que se tapan, decisiones ejecutivas referidas al elenco, hay mucho lado oculto que el público desconoce y que el film viene a «descubrir», sin revelar nada más que la operatoria de encubrimiento –como se dijo, todos los casos que se abordan tienen una inspiración verídica-. Más allá del matrimonio que se quiere arreglar para conservar la «pureza» de una actriz reconocida o un escándalo sexual que se quiere mantener guardado, nada describe mejor lo que ocurre como la figura de Hobie Doyle. Un actor y cantante en westerns, género considerado «menor», a quien el estudio quiere «cambiarle la imagen», sumándolo a un drama que está por encima de sus capacidades actorales o arreglándole una cita con una actriz conocida para los flashes de los fotógrafos.
Los Coen suelen reunir una importante cantidad de figuras para cada uno de sus trabajos y esta no es la excepción, con Scarlett Johansson, Channing Tatum, Ralph Fiennes, Tilda Swinton, Jonah Hill y Alden Ehrenreich entregando todo de sí, aún cuando el papel sea pequeño. El último es una verdadera revelación como el mencionado Hobie Doyle, con una escena brillante junto a un Fiennes que quiere que su actor diga como corresponde las líneas del guión. Hay competencia también para identificar cuál es la mejor parte de la película, aunque posiblemente el puesto caiga en la excelente coreografía de Tatum como un Gene Kelly o Fred Astaire moderno, sacándole todo el jugo a sus pocos minutos en pantalla.
El hecho de no haber querido soltar la concepción de «cabeza hueca» durante el proceso de evolución del proyecto es lo que conduce a que esta no sea una verdadera joya. El secuestro del personaje de Clooney tiene mucha tela para cortar, dado que sus captores son escritores comunistas que insertan sus ideas rojas en los guiones –una vuelta de tuerca algo más liviana y genial a lo que se veía en Trumbo-, sin embargo su resolución apresurada y el hecho objetivo de que hay cuestiones de mayor interés para el espectador, no así para Mannix, acaban por minar un poco su impacto. Sin embargo, Hail, Caesar! es un bello homenaje a Hollywood, con un fantástico nivel de producción para recrear la época dorada. Ayuda mucho que el habitual colaborador Roger Deakins entregue una fotografía de primera, para que los hermanos se despachen con una sátira mordaz cargada de humor que, además, da cuenta una vez más de su flexibilidad para abordar todo tipo de géneros.
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