Crítica de Greta / La viuda

Cuando Frances, una joven que perdió recientemente a su madre, encuentra una cartera perdida, decide devolvérsela a su dueña, quién resulta ser una viuda llamada Greta. Ambas se hacen amigas, pero Greta oculta un siniestro secreto,

Hubo una época dorada en Hollywood en la cual afloraban los thrillers donde completos extraños se insertaban en la vida de inocentes e inmaculados protagonistas para luego sacarse las caretas y revelar a un psicópata debajo de ella. Este subgénero, muy en boga durante la década de los ’80 y los ’90, tuvo como estandartes a títulos como Fatal Attraction y Single White Female, sin contar los numerosos intentos de colgarse de la cola de ese cometa, que tantos réditos monetarios les dieron a sus productoras. En los últimos años el peculiar subgénero parece haber desaparecido, aunque un par de descafeinados referentes –The Roommate, The Guy Next Door, entre otras- han querido mantenerlo a flote. El estimado director Neil Jordan, quien en su diversa carrera ha entregado recordadas joyas como The Crying Game, Interview with a Vampire y muchas más, es el encargado de darle respiración boca a boca al género con un elenco más que interesante, pero Greta se queda a medio camino entre lo que es y lo que quiere ser.

La protagonista es Frances -una desinteresada Chloë Grace Moretz-, una jovencita recién llegada a Nueva York para alejarse de su padre (Colm Feore) luego de la dolorosa muerte de su madre. Buscando un lugar en el mundo junto a su amiga Erica (genial Maika Monroe), Frances deambula por la fastuosa ciudad hasta que el encuentro fortuito de una cartera abandonada en el subte la empuja hacia los brazos de la adorable viuda francesa Greta –Isabelle Huppert, sin lugar a dudas, el punto alto del film-. La amistad floreciente entre ambas parece edificar una relación madre-hija con las figuras faltantes en las vidas de ambas, y lo que en principio parece el camino hacia una exploración interpersonal sobre la pérdida humana se trastoca con un aciago descubrimiento en el hogar de la amable viuda. No es arruinar la trama avisarles que las cosas no irán para mejor de aquí en adelante…

La intrusión de Greta en la vida de Frances comienza poco a poco, hasta escalar en hechos prácticamente delictivos frente a los cuales las fuerzas policiales poco y nada pueden hacer (como suele pasar en este tipo de películas). Su preocupada amiga pronto también se ve objeto de la incansable persecución de la viuda y la vida de Frances llegará hasta un punto de quiebre. Pero el film no se llama Frances, sino Greta -la viuda del título local es un guiño al primer nombre con el cual se conoció al proyecto- y Huppert se devora la película por completo. Es una desgracia absoluta que la historia no sea un banquete, sino unas mordidas de tamaño canapé, para la cual la legendaria actriz francesa está sobrecalificada. Salvando la diferencia en edad y carreras, el papel que sobrelleva Grace Moretz tiene una falta de carisma casi insoportable, donde nunca se termina de desarrollar su personaje mas allá de ser un alma bondadosa a la cual le pasan cosas por ser una buena samaritana. Quizás es la obsesión malsana de Greta que no tiene límites, pero es difícil saber qué es lo que ve la peligrosa viuda en una personalidad tan blanda como la de Frances. Aún más dificultoso es cuando al lado de ella tenemos al petardo de personalidad que es la Erika de Monroe, una excelente secundaria que siempre tiene la palabra indicada para decir y se roba un par de momentos con sus comentarios sarcásticos y frívolos que ayudan a distender la tensión y la posicionan por encima de la tenue Frances.

La gran falla de Greta viene aparejada con el tono de la misma. Jordan, cuya dirección no destaca en absoluto de otros thrillers, acompaña al guión junto a Ray Wright -las sosas Pulse y Case 39, la admirable The Crazies– de varios lugares comunes y numerosos baches cuya credulidad será puesta en cuestión más de una vez. Propuestas de este estilo se benefician cuando la locura arremete en pantalla y todo se vuelve exagerado. Nunca olvidemos cuando Glenn Close hirvió una coneja y la nominaron a un Oscar por ello, alturas a las cuales Greta nunca llega porque no termina de decidirse si es un elevado thriller psicológico o una exagerada obsesión al límite. Huppert se desliza entre tonos como una hábil patinadora profesional, totalmente comprometida con la causa, pero es la gente detrás de la causa la cual no se compromete con la misma. De haber sabido desde un principio qué quería ser, Greta hubiese sido un deleite culposo, pero el resultado es una película de horror que no es particularmente espeluznante excepto en ciertos momentos, ni tampoco exageradísima para ser recordada antológicamente como la Fatal Attraction antes mencionada.

 

 

 

 

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Lucas Rodríguez

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