Cuando los satélites de control del clima del mundo empiezan a fallar, un especialista debe trabajar junto a su hermano para salvar al planeta de una tormenta causada por el hombre de proporciones épicas.
Antes de hablar de Geostorm hablemos de las películas «de catástrofes». Creo fervorosamente que aquellas que podemos incluir en esta especie de bolsa subgénero dependen de cómo se predispone el espectador a verlas; mucho más que con otros géneros o subgrupos. Digo esto porque visualizo dos tipos de público en cuanto a estas producciones: los que las discuten por ser la «comida chatarra» del cine y las exponen bajo una lupa con un lente enorme, y los que se sientan a verlas con placer (quizás) culposo y catártico. Como dice el Joker de Heath Ledger en The Dark Knight: «Hay hombres que solo quieren ver el mundo arder». A los primeros les recomiendo que no la vean. A los segundos, de los que soy parte, les escribo lo que sigue.
El arranque de Geostorm es prometedor. Parece que estamos por ver una historia que se anima a dejar de lado ciertos clichés con los que carga el género, en su versión Hollywood. La primera mitad construye el conflicto, mientras dialoga sobre el rol de Estados Unidos y el resto de los países en el desarrollo del «Niño Holandés»; un programa internacional que consiste en la construcción de una red de satélites que permiten el control del clima. Sin embargo, una vez que las cosas se van de las manos, comienza el verdadero desmadre de la película.
A la hora de contar una historia de este tipo, hay dos factores que son fundamentales para su triunfo: la autoconsciencia con su límite y, especialmente, el equilibrio. Esta parece entender lo primero –a veces– pero no así lo otro. Como dije, estoy en el segundo grupo de espectadores. Amo muchas de las películas del género: desde Earthquake, pasando por Twister, hasta The Day After Tomorrow o Deep Impact. Pero con Geostorm sucede algo raro. Por momentos se esfuerza para ser Gravity, posteriormente 2012 y después ya ni sabe qué quiere ser. Es de esas producciones que uno sabe que no es buena ni por casualidad, pero que sin embargo divierten. Vemos que el mundo se rompe todo, pero también es una película de conspiraciones. Y eso es lo que más lamento: que esa pata de thriller político no funcione por conservadora y políticamente correcta. ¡Era por abajo, Geostorm!
Hay diálogos y situaciones que pueden dar vergüenza ajena y parecer una maravilla al mismo tiempo. La película escrita y dirigida por Dean Devlin traslada esa bipolaridad a las interpretaciones, por supuesto. Jim Sturgess, Ed Harris y Andy García están por el cheque, Gerard Buttler le pone onda y el resto hace lo que puede. Hay set-pieces impresionantes (la de Hong Kong, por ejemplo) y otras que dejan mucho que desear (la de Río). Incluso el CGI, o se ve muy bien o se ve raro. Geo-Tormenta es una producción histérica. Floja, pero divertida. Quizás, la mejor mala película del año.
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