Henry Brogan, un asesino a sueldo ya demasiado mayor para seguir con su duro trabajo, decide retirarse. Pero esto no le va a resultar tan fácil, pues tendrá que enfrentarse a un clon suyo, mucho más joven.
Henry es asesino y trabaja para una agencia gubernamental. Es el mejor en lo que hace, su puntería es inigualable. Pero se está poniendo grande y la conciencia cada vez le pesa más, por lo que decide retirarse, aunque no será tan fácil como esperaba. Gemini Man es lo último de Ang Lee, una película de acción predecible y aburrida que solo se destaca por sus logros técnicos.
Cuando su tino falla por unos centímetros en su última misión, Henry Brogan (Will Smith) decide alejarse del juego. En ese momento, un viejo amigo lo contacta y le dice que dicha operación fue una mentira, que los documentos fueron alterados y que en realidad le disparó a un hombre que trabajaba para el gobierno estadounidense. Al enterarse de que la información está afuera, la agencia hará todo lo posible por eliminarlo. A su huida se une Danny Zakarewski (Mary Elizabeth Winstead), una oficial que había sido asignada para vigilarlo pero que no estaba al tanto de los intentos de asesinato, y Baron (Benedict Wong), un antiguo compañero y amigo de Brogan. Pueden enfrentarse a todos con los que se encuentran sin problemas, hasta que un asesino parece predecir todos los movimientos de Brogan y tiene un parecido increíble con él.
La película es una cruza de sci-fi con acción, pero parece agarrar las partes más flojas de ambos géneros. Las escenas de acción en ningún momento son emocionantes y no están filmadas de manera interesante, todo lo que sucede es predecible. Para funcionar, la trama del clon tiene que estar muy bien escrita, cosa que no sucede. Quizás lo único destacable sea la tecnología que se usó para hacer a Junior, la versión joven de Will Smith. Gemini Man también está filmada con High-Frame Rate y esto hace que se vea de una manera extraña. Ciertamente se nota que hay más cuadros por segundo y, sumado al 3D, por momentos parece que se está mirando por una ventana. Este es justamente el problema: no se siente como una película, y pierde el encanto.
Will Smith no hace una gran interpretación -de hecho ninguno de los actores-, pero en su defensa el guion no daba muchas opciones. Una historia predecible, sin emoción y que en muchos momentos causa gracia, el problema es que esa no era su intención.
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