Crítica de Frankenweenie

Tras la inesperada muerte de su perro Sparky, Victor se vale del poder de la ciencia para traer a su mejor amigo de regreso a la vida… con unos pocos ajustes menores. Él intenta ocultar su creación, pero cuando Sparky logra salir, el pueblo entero aprenderá que crear una nueva vida puede tornarse en algo monstruoso.

Frankenweenie, Tim Burton

Burton nunca nos abandona.

Puede amagar, con el tonto intento de seguir justificando a Johnny Depp en todas y cada una de sus películas como sucedió este mismo año en la torpe Dark Shadows, pero nunca cesa en su empeño de seguir entregando historias con su sello personal. En esta ocasión, regresa en el tiempo y convierte a su adorado corto Frankenweenie en una verdadera aventura en stop-motion que se debía a sí mismo y a los espectadores, ansiosos por ver en pantalla grande esa chispa burtoniana que tanto cautiva.

Mientas que Frankeenweenie es un poco más convencional -menos extraña, digamos- que dos de sus obras más elogiadas (A Nightmare Before Christmas y Corpse Bride), el alma que destila tiene mucho más carisma y gracia que sus últimas incursiones en el live-action, como ser la ya mencionada Sombras Tenebrosas o la decepcionante Alice in Wonderland. Fijado a los parámetros que se vino imponiendo durante toda su carrera, Burton vuelve a los suburbios, a los vecinos extravagantes, a los personajes que son tildados de raros en la vida corriente pero que en la filmografía del director tienen un lugar especial en su corazón. A fin de cuentas, Frankenweenie bien podría ser una autobiografía, un poco esquizofrénica, de la entonces corta vida del autor.

Tildado como un chico raro y solitario por sus pares -lo cual es irónico, ya que la mayoría de los compañeros de clase del muchacho adolecen de varios caramelos menos en el tarro-, Victor se la pasa construyendo sets de filmación en su ático con la inseparable compañía de su perro Sparky. En lo que es una ligera y conmovedora alegoría al primer contacto con la muerte cuando somos chicos, Sparky sufre un accidente y muere, lo que provoca que Victor busque resucitarlo con un empujón de su extraño nuevo profesor de ciencias. Lo que sigue a continuación es una de las historias más amables y queribles que se han visto en el cine de animación en los últimos años. No es que sea una revolución, claro que no, pero la sencillez del guión de John August (colaborador incansable de Burton) y la cantidad de referencias al cine de monstruos de todos los tiempos hace que Frankenweenie termine siendo una interesante película para chicos pero que los más grandes disfrutarán más, al adivinar todos y cada uno de los guiños cinéfilos desperdigados por toda la historia.

Más allá de la calidad insuperable y la belleza del blanco y negro de la película -por que no todo tiene que tener colores rutilantes en pantalla-, se trata de un festival nostálgico para todo aquel seguidor de Burton que se precie de serlo: las voces incluyen nombres como el de la talentosa Catherine O\’Hara o la chica rara por excelencia, Winona Ryder, o incluso la voz del brutal Martin Landau como el hilarante Sr. Rzykruski. No puede faltar el eterno guiño a Christopher Lee, del cual pensé que iba a tener un rol más activo en esta propuesta.

Frankenweenie entonces marca un esperado regreso en forma a la vasta y prolífica filmografía de un genio cono Burton, que se debía hace rato un homenaje propio volviendo a sus raíces y poniéndole todo el empeño a un proyecto soñado hace muchos años atrás. Quizás sea un tanto seguro en comparación con otros films del director, pero es justo lo que necesitaban, tanto el director como sus seguidores.

8 puntos

 

 

 

 

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