La entrañable y ambiciosa producción de Apple TV+ dirigida por Miguel Sapochnik (Repo Men, y varios capítulos icónicos de Game of Thrones, como Battle of the Bastards) llegó a la plataforma de streaming tras varias incertidumbres en su estreno a raíz de la pandemia.
¿De qué va? Tras una erupción solar que convirtió al planeta Tierra en un lugar inhabitable, un ingeniero crea un robot humanoide para asegurar el cuidado de su perro.
Un mundo desolado, introducido dentro de una tormenta de arena, y un hombre completamente solo, Finch Weinberg (Tom Hanks), tan solo acompañado por un pequeño androide recolector y cubierto por un traje creado para las fatídicas circunstancias, busca provisiones en un supermercado saqueado en su mayoría ya que, como afirmará con posterioridad, utilizar la iniciativa es uno de los pasos claves para sobrevivir. Acto seguido, la tormenta de arena en cuestión se vuelve aterradora y persigue al protagonista hasta que logra poder refugiarse en un bunker tecnológico y presuntamente infranqueable.
Por lo pronto, los primeros minutos de este nuevo tour de force protagonizado por Tom Hanks, que compone a quien aparentaría ser el último hombre sobre el planeta Tierra, no presumen ser nada nuevo dentro de lo que significan en su mayoría las propuestas postapocalípticas y distópicas dentro del mainstream. Sin embargo, esta redundante idea de sobrevivir ante el inminente fin del mundo posee una pequeña vuelta de tuerca ya que, en realidad, lo único que le interesa a Finch es garantizar el bienestar de su perro, Goodyear (es un placer enorme ver tamañas actuaciones animales sin incurrir en el CGI), luego de la inevitable llegada de su muerte. Para ello, crea un robot humanoide (a quien da vida Caleb Landry Jones mediante captura de movimiento) que entre sus cuatro reglas principales tiene asignada la protección del canino en todo momento.
Mientras que la interacción de Hanks en Naufrago (Robert Zemeckis, 2000) lo relacionaba con un objeto inanimado (el famoso Wilson), en esta película Hanks es acompañado tanto por el inocente robot como por su querido perro en lo que funciona como una road-movie y buddy-movie que, a pesar de mantener en todo momento la tensión por el destino de este tridente humano-perro-robot, prioriza en mayor medida los aspectos dramáticos que rodean a Finch, un personaje que alterna pasajes tanto cálidos y entrañables como gruñones y desesperanzados. Ello surge principalmente en su relación con el androide, quien por no contar con una transferencia total en su carga de datos, tarda un poco más de lo normal en aprender lo que su creador quiere enseñar (para colmo, también es preguntón y se convierte en un ser sentimental rápidamente). Y para este desesperado ingeniero, si hay algo que escasea en este atribulado y peligroso mundo es el tiempo.
Hay puntos coincidentes con Soy Leyenda (Francis Lawrence, 2007), especialmente en lo atinente a la relación humano-animal dentro de un contexto apocalíptico, reminiscencias a la perspectiva ambientalista de WALL-E (Andrew Stanton, 2008) y desde ya, un diseño de producción notable que concede enormes despliegues visuales en los momentos que mantienen a lo sentimental en un segundo plano y buscan donde lo sentimental ocupa un segundo plano y prevalecen las máximas del género.
Sin lugar a dudas, amén de que la película de Sapochnik salga airosa si se la compara con algunas de las últimas producciones de este estilo, tales como Greenland (Ric Roman Waugh, 2020), los riesgos tampoco son mayúsculos y el resultado final se reduce a un compendio de tramas y ejecuciones que ya han sido explotadas hasta el hartazgo. No obstante, gracias a su prolífica realización, al ya a esta altura infalible e irresistible Tom Hanks y a algunas reflexiones sensatas e inevitablemente conmovedoras, Finch termina siendo un ameno entretenimiento, pasatista en términos generales, pero sin dudas loable y digno de ver.
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