El universo mágico se sigue ampliando e introduciendo nuevos personajes. El año pasado conocimos al autor de uno de los libros con los que Harry y sus compañeros estudiaban. Su vida y sus aventuras, su relación con esas criaturas maravillosas. Con Fantastic Beasts: The Crimes Of Grindelwald, van a explorar al villano que había sido introducido en la anterior y jugar con incontables referencias a la saga original que limita a los espectadores.
Newt Scamander (Eddie Redmayne) está de vuelta pero por todo lo que pasó en Nueva York, ya no tiene permitido salir del país. Su hermano, Theseus Scamander (Callum Turner), es un auror que trabaja en el ministerio que hace lo posible para acercarse, pero no lo logra. Su prometida, Leta Lestrange (Zoë Kravitz), parece ser la única que le da sentido a esa hermandad. Vuelven los personajes de la primera película y se suman otros. Esta vez en un clima que deja menos lugar para la fantasía y se concentra en la oscuridad que empieza a cubrir el mundo mágico y de la mano de Gellert Grindelwald (Johnny Deep).
La película logra de manera exitosa recordar por qué este universo atrae. Recrea emociones y sentimientos, está llena de guiños a la historia original y presenta todo lo que alguna vez enamoró. Pero son estas cosas las que representan sus mayores defectos. Falla a la hora de atraer nuevos espectadores, las referencias y relaciones no se detienen y obligan al espectador a hacer memoria durante toda la trama para entender por qué tal personaje o situación debería ser relevante. Incluso para aquellos que hayan visto las ocho de Harry Potter será difícil, es una película hecha para fanáticos. También desaprovecha este nuevo mundo que crean y se limita a hacer un reboot de la historia de Voldemort pero en una versión más «oscura y adulta». Newt tiene pocos momentos trascendentes y, teniendo en cuenta que es uno de los pocos héroes del cine que están en el espectro, es una gran pérdida para la historia.
El punto fuerte de Fantastic Beasts And Where To Find Them habían sido todos los momentos en los que Redmayne compartía pantalla con los animales y en esta pasa algo similar, pero al haber muchas menos bestias, se puede entender el problema. Su personaje es valioso no sólo para la historia sino para el cine en general por todo lo que implica, y que acá sea puesto casi en un segundo plano parece un gran error. Por otro lado, se incorpora a Dumbledore, interpretado por Jude Law. Esto es uno de los fuertes de la película, se incluye a uno de los personajes más significativos de este universo, pero no se abusa de su presencia. Law hace un muy buen trabajo en la piel del futuro director de Hogwarts y se vuelve a visitar la escuela de magia y hechicería en uno de los momentos que realmente logran emocionar.
El villano, con pesar de esta redactora, está muy bien casteado. Johnny Deep hace tiempo que repite su personaje y desde hace años se lo ve hacer lo mismo. Eso, sumado a todo lo acontecido con (y por) su ex esposa, Amber Heard, lo convirtió en una de las figuras menos queridas de la industria. Pero eso aquí juega a favor de la trama, todos los sentimientos que el espectador pueda tener por su persona, se exacerban a la hora de verlo como uno de los magos más nefastos de la historia. Además, es necesario destacar que salió de su zona de confort y le dio personalidad propia y original a Grindelwald.
La película cumple con las expectativas de aquellos que son fanáticos de la saga original pero no mucho más. Emociona, pero consigue comunicarse con una nueva camada de espectadores que no vivieron la historia previa. Intenta expandir el universo a fuerza de flashbacks extensos y por demás explicativos, nos muestra este mundo desde una visión más adulta, pero a veces esa solemnidad le juega en contra. Sabemos que habrá tres películas más en esta saga, quizás esta sea sólo un paso intermedio para hacer algo que sea realmente nuevo.
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