Crítica de Eternals: el existencialismo de Zhao y la parafernalia marvelita

La ganadora del Oscar, Chloé Zhao, llega al MCU con una película que vive entre dos mundos.

¿De qué va? Los Eternals, seres creados por los Celestiales para restituir el orden en el universo, deberán de reunirse una vez más para enfrentarse a un peligro que no solo amenaza a la humanidad, sino a su propia existencia.

En el principio no había nada, hasta que los Celestiales lo crearon todo. Pero toda fuerza benévola es batallada por una maligna, en este caso los Deviants; seres feroces y destructivos que amenazan con demoler la creación de los Celestiales. Es así que, como respuesta defensiva, estos titanes crean a los protectores Eternals; la respuesta definitiva a todo el mal que ciernan los Deviants. De esta forma, estos individuos, tan hegemónicos como inclusivos, arriban a la Tierra con una misión; destruir a los Deviants y guiar a la humanidad hacia el camino más propicio para su evolución.

Pasados años y milenios, los Eternals supieron ayudar a la humanidad en la evolución de su propio ser y de su civilización, pero no sin entregarse a la duda existencial que plantea el hecho de pertenecer a una comunidad que muy lejos está de aproximarse a un centésimo del poder que estos salvadores tienen. ¿Quiénes somos realmente sobre este suelo? ¿Es nuestro deber guiarlos hacia la destrucción o intervenir para sacar lo mejor de ellos?

Estas incógnitas, con sus particulares gags que rozan el cansancio, atraviesan la trama de un film que se apoya en el conflicto interno de nuestros participantes, hasta que la necesidad de una agenda de irrumpir con fuegos artificiales de cotillón irrumpe para brindarnos otro ejercicio que cumple, pero que sigue siendo ejemplo de que la balanza entre autoría e industria sigue pesando más de un lado que de otro. No hace falta aclarar que lado pesa más.

Chloé Zhao, reciente ganadora del Oscar por Nomadland, y directora de las muy bellas The Rider y Songs my brother taught me, nos lleva de excursión por esta aventura existencialista, que tanto vimos en sus anteriores cintas. Con diez personajes que reparten sus minutos en pantalla, la trama de Eternals descansa en la simpleza, otorgándonos su poderío en el desarrollo de estos seres, que luchan por responder las incógnitas planteadas más arriba.

Corriéndose de los múltiples diálogos explicativos, Zhao logra, por momentos, asomar la cabeza para darnos miradas llenas de miedos y silencios que dicen más que mil chistes forzados. Es acá, en esta lucha interna por el deber de proteger una raza inferior y el fraternizar con ella a tal punto de olvidarse el por qué llegaron al planeta, donde descansa el poderío del film. Y me hubiera gustado mucho que así fuera las dos horas cuarenta que dura, pero mi ingenuidad fue tan grande como el verborrágico e insulso conflicto externo que envuelve y apaga este pequeño brillo autoral.

 

Pero sin frenarnos a llorar sobre algo que tendríamos que tener por sentado, si me detengo en el cómo las últimas cintas marvelitas se deciden por la elección de un papel protagónico que poco tiene que retribuir a la trama, brindándonos personajes tan poco empáticos que solo sirven para proyectar la figura tradicional del héroe clásico. Un héroe que, rodeado de secundarios mucho más consecuentes a su propia transformación, roza lo insulso, apoyándose en los pasos tradicionales vistos hasta el hartazgo. De esta forma, Sersi, la Eternal interpretada por la inexpresiva Gemma Chan, termina siendo una de las protagonistas más inapetentes e insufribles de este vasto universo.
Ojo, no interpretar que un drama existencialista tenga que apoyarse en protagonistas aburridos.

Haciendo hincapié en el resto del cast, y reservando una estrellita para Jolie y su Thena depresiva, la relación entre ellos y los diversos conflictos de intereses que se generan por sus respectivos ideales traen un poco de luz dentro de este universo plagado de personajes tan chatos que dejan ver los hilos de sus principales funciones: romper a piñas mientras tiran algún chiste barato. De todas formas, la inclusión de Kingo y su asistente Karun, interpretados por Kumail Nanjiani y Harish Patel, personajes mera existencia es justificada por ser el comic relief del film, irrumpen para recordarnos que estamos viendo, por más exploración de personaje que haya, otra cinta del UCM.

A lo que visuales respecta, aquella anécdota sobre como Chloé mostró a Kevin Feige y asociados una grabación en donde un campo rural cubierto de neblina reemplazaba con grandeza y sabiduría las pantallas verdes carentes de naturaleza, cobra vida a lo largo del film haciéndonos participes de paisajes naturales que rebosan de belleza y solemnidad. No es extraño, en la filmografía de Zhao, perderse en el andar de los personajes sobre planicies de antaño, dejando en el espectador una sensación de paz y reconstrucción. Aun así, es alarmante que, ante los ojos malacostumbrados y devoradores de estas aventuras comiqueras, esta película funcione como una novedad entre las 50 que ya salieron, por el simple hecho de que alguien, con una mínima mirada crítica y artística, decidió usar recursos cinematográficos más apegados al cine de autor. Es grato poder disfrutar en la pantalla grande el cómo una franquicia decide irse por lares que recorren con una mirada más contemplativa e interpretativa, que expone conflictos ligados al propio ser y deja en el espectador una experiencia diferente, pero es lastimoso y hasta cansador que esta pequeña luz sea prendida de vez en cuando.

Es así que Eternals, a pesar de contar con una clásica estructura en la que los actuantes visitan diversos puntos del planeta para rearmar el grupo de antaño para así combatir al maligno en un tercer acto plagado de CGI y figuras titánicas, decide descansar más en la transformación de nuestros personajes, dándonos momentos e intervenciones más que interesantes en esta vasta filmografía superheroica.
Que el espectáculo circense no sea el punto de partida de esta historia es, en definitiva, algo a remarcar.

 

 

 

 

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Lucas Soto

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