Bajo el lema de Ocupar y Resistir, tres jóvenes retratan con sus experiencias un lustro de luchas estudiantiles por el derecho a la educación libre, gratuita y de calidad.
La documentalista Eliza Capai (Here is so Far, The Tortoise and the Tapir) trae a nuestras salas un acercamiento sobre una realidad vivida y escrita por tres jóvenes estudiantes elegidos por ella para narrar, aunque no necesariamente frente a la cámara, las protestas sobre la educación pública que se hicieron sentir durante los últimos años en Brasil. Lucas «Koka» Penteado, Nayara Souza y Marcela Jesus describen cinco años de movilizaciones en asambleas estudiantiles, tomas de escuelas, cortes de calles y enfrentamientos con la Policía durante las presidencias de Dilma Rousseff, Michel Temer y ahora Jair Bolsonaro. Conflictos y represiones que se hicieron sentir, resultando en una marcha atrás del gobierno de San Pablo sobre el aumento del boleto escolar.
Una pelea que parecía ganada. Una toma de escuelas cada vez mayor que terminó en la suspensión del proyecto de redistribución de estudiantes. Pero luego vendrían nuevos disparadores: los recortes de las meriendas escolares y más tarde el cierre de escuelas. El posicionamiento político es claro y la iniciativa apasionada. Sin embargo, el resultado se ve obstaculizado en gran medida por la omnipresencia del relato que deja poco espacio al observador para sacar sus propias conclusiones, necesitando guiar a la audiencia en términos de tono, contenido y temporalidad, y haciendo del discurso algo más similar a una conferencia que a una reflexión. Al mismo tiempo, los tres narradores ficcionalizan el documental interactuando entre ellos. Estas voces no solo saturan las imágenes, sino que también juzgan y se quejan cuando alguno de ellos habla más que el otro, instaurando una sensación más parecida a un debate simultáneo.
Igualmente, lo más apreciado en los 93 minutos es señalado en las bien documentadas escenas de abuso de fuerza por parte de la Policía, los prejuicios y la normalización de la violencia. Un ejemplo claro se observa durante la entrevista a dos amigos, cuando un tercero es detenido por un oficial de fondo, evidentemente sin razón alguna. Pero su condición periférica lo convierte en un sospechoso inmediato al ojo de la autoridad. Un hecho que no los sorprende ya que están acostumbrados a situaciones similares, reanudando la conversación mientras finalmente el tercero llega. Un pasaje tragicómico que afortunadamente no es narrado y resume en una escena muy corta gran parte del sentido del proyecto de Capai.
Planteado como un proyecto con un lenguaje visual y narrativo original, toma fuerza en su arranque para luego ir decayendo a medida que pasan los minutos en algo limitado y casi sin autenticidad, que solo muestra el trabajo realizado por los medios y filmaciones caseras que cubrieron las ocupaciones. Un documental que pisa fuerte con su intención en mostrar abusos del poder e injusticias en la comunidad pobre, joven y negra de nuestro país vecino pero que queda a la sombra de otras direcciones sobre movimientos sociales similares pero más estructuradas como Al filo de la democracia (2019) de Petra Costa o Suelo (2019) de Camila Freitas. Se busca constantemente debatir el racismo, el feminismo, la especulación inmobiliaria y el hacinamiento de las cárceles pero sin la posibilidad de profundizar. Aún cuando el trío protagónico se luce con su paciencia y comentarios didácticos, roza por momentos en algo confuso y en voces superpuestas.
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