Crítica de El Potro, Lo Mejor Del Amor

Rodrigo siempre quiso cantar. Sus padres lo acompañan en su deseo y Rodrigo ingresa en el ambiente de la música tropical como cantante romántico donde su impacto es muy grande debido a su juventud, belleza y magnetismo.

El pelo largo con rulos le cae sobre los hombros. Una sonrisa compradora y una voz impresionante. Rodrigo sabe que quiere cantar, es su sueño y su motivación. La escuela la dejó y le insiste al padre todos los días para que lo lleve a Buenos Aires, que ahí va a triunfar. Que él puede, que lo va a lograr. Lorena Muñoz vuelve a retratar a una de las estrellas más importantes de la música local y logra que todos salgan de ver El Potro, Lo Mejor Del Amor cantando los temas de la figura más importante del cuarteto.

Tiene 17 años y todos los días escucha discos a todo volumen en su cuarto. Mientras su madre Betty (Florencia Peña), reza, y su padre, Alberto (Daniel Aráoz), se desespera por el ruido. Rodrigo (Rodrigo Romero) sólo piensa en cantar. Su cuarto está repleto de posters de bandas y de Belgrano de Córdoba. Cada tanto canta en eventos chicos, donde la gente no le presta atención. Tiene una banda con la que ensaya en su casa. Espera su momento, espera que su papá lo escuche. El día llega y, mientras reproduce un cassette, llama a un amigo. Le dice que el que canta es su hijo, «es el Rodrigo». Su carrera empezó así, y también su leyenda.

Muñoz dirigió Gilda, No Me Arrepiento De Este Amor. En El Potro podemos notar que no sólo la dirección es la misma, sino que la forma de contar la historia es muy similar. Esto no es sólo porque son figuras populares que sufrieron muertes trágicas, sino que se evidencia en los tiempos que manejan, la presentación de los personajes. Esto no es necesariamente algo malo. Es, simplemente, algo que resalta.

Rodrigo Romero, quien encarna al protagonista, no es actor ni cantante, pero es un calco del personaje. No son pocas las escenas donde parece que el que está en pantalla es el mismísimo Potro. A pesar de su falta de experiencia, su interpretación es correcta y logra transmitir lo que se buscaba. Sólo el tiempo dirá si puede actuar de alguien más. Pero si tenemos que hablar de los actores que realmente se destacan, hay que empezar por Daniel Aráoz: si bien su papel no tiene mucho tiempo en pantalla, es uno de los pilares de la historia. Pero más allá de su peso, el trabajo que hace el cordobés es emocionante, sin duda el mejor de la película. Después está «El Oso» (Fernán Mirás), su manager. Hace unos meses lo habíamos visto en Re Loca, pero ahora lo vemos haciendo un personaje totalmente diferente. Aquí es la figura paternal que le queda al cuartetero luego de la muerte de su padre, es su piedra, su apoyo; y Mirás crea un personaje que será recordado.

El film muestra la carrera del cantante, pero también su vida personal y algunos problemas de adicción y exceso, pero de forma velada. Es aquí donde también cumplen un rol fundamental las mujeres de su vida. La primera que conocemos es Betty, su mamá. Florencia Peña encarna a la cordobesa, pero a su acento a veces parece que se le olvida. Más allá de ese pequeño gran detalle, cumple con el papel. Cuando llega a Buenos Aires, en la primera etapa de su carrera, cuando todavía tenía el pelo largo y le decían «El Bebote», conoce a Marixa. Jimena Barón se pone en la piel de la bailarina y hace lo justo y necesario: se ve claramente su relación, lo que él significaba para ella y viceversa, pero no se destaca. La que sí lo hace es Malena Sánchez como Patricia Pacheco. Junto a las de Aráoz y Mirás, su interpretación es de las más impactantes de la película. Desde un principio empatizamos con ella, y no es sólo por lo que pasa, sino por cómo ella crea a ese personaje.

La película es entretenida, en ningún momento se hace larga y logra emocionar cuando busca hacerlo. La fotografía de Daniel Ortega es una parte fundamental de la narrativa y muy bella en sí misma. Quizás, los números musicales se hacen extensos porque no se ve desarrollo de la historia, pero no es algo que moleste porque son los temas de Rodrigo, ese que buscaba amor y locura, sin importar raza, religión ni color. Lo consiguió. Hoy, 18 años después de su muerte, seguimos bailando y cantando sus temas. Y, con la llegada de El Potro, Lo Mejor Del Amor, más que nunca.

 

 

 

 

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Julieta Cáceres

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