Crítica de El Peso del Talento: muerte y resurrección del ícono de una época

Nicolas Cage es... Nicolas Cage.

¿De qué va? Nick Cage, rodeado de deudas y problemas familiares, acepta concurrir al cumpleaños de un súper fan por un millón de dólares. Pero los secretos de este y la investigación en curso de dos agentes de la CIA lo sumergen en un blockbuster que mezcla la realidad con la ficción.

Hablar hoy del talento de Nicolas Cage es comprender que su carrera como icono heroico de los ’90s fue tan solo el puntapié para su carrera artística, aunque también un declive en su costado personal. Cómics de colección, mansiones, huesos de dinosaurios y animales exóticos son algunos de los tantos lujos que el actor se dio en el pasado, sin comprender que su figura actoral se estancaba, muy lentamente, en películas que el público ya no disfrutaba. Desde Ghost Rider, Next a Knowing o El Aprendice de Brujo, Nicolas trataba de entregarse completamente a sus personajes, pero estas superproducciones que tan solo buscaban una moneda en taquilla lo estancaron como la opción más redituable en films de acción de segunda, papeles que lo ayudaron a cubrir los gastos de tremendas excentricidades.
Pasados los años, y logrando en el medio papeles exquisitos como Joe en el film homónimo de Gordon Green o el Big Daddy de Kick-Ass, el Klaus Kinski Californiano le da vuelta la cara a Hollywood y a toda su extravagancia para demostrar, una vez más, que su talento pesa más que su figura pública.

A partir de este punto de redención es que nace El Peso del Talento, apoyándose en la metatextualidad cómo recurso narrativo y ficcionalizando el futuro del actor, presentando la lucha constante entre Nicolas Cage, el actor que busca trascender con papeles complejos, y Nick Cage, aquella sombra del pasado, sedienta de gloria y reconocimiento. El film presenta al personaje en un meseta tanto personal como artística, en dónde el papel que tanto quería le es rechazado y su ex esposa (Sharon Horgan) e hija (Lily Mo Sheen) apenas pueden verlo. El actor, caído en desgracia, acepta, convencido por su representante (Neil Patrick Harris), asistir como invitado de honor al cumpleaños de un fanático acérrimo, Javi (Pedro Pascal).

A partir de esta disyuntiva, correrse de lo artístico para dar lugar al exhibicionismo estelar, Nick acepta la oferta por un simple hecho; necesita plata para pagar un sinfín de deudas. De esta forma, dejando de lado su orgullo, el actor se zambulle a la aventura, sin comprender que su camino se verá envuelto en un sinfín de situaciones tan espectaculares como hilarantes, salidas de los guiones de las películas que hoy en día protagoniza.

Como si de una reversión con esteroides de Adaptation. se tratara, Nick atraviesa un viaje catártico a través de una multiplicidad de géneros que despiertan en el actor sus dotes interpretativos más pintorescos. Desde la comedia hasta la acción, Nick evoluciona en el personaje que lo define hoy como actor; un hombre acomplejado por su accionar que solo busca un respiro de tanta parafernalia.

Con una correcta ejecución, la película atraviesa un guión de manual, pero no por eso peca de ingenuidad o agobio. La cinta logra, sabiendo que su punto fuerte es la ridiculización de los estereotipos, llevarnos por un viaje placentero a través de situaciones absurdas que se apoyan en el inconsciente del espectador, sea o no seguidos del actor.

La dupla Javi/Cage es un recordatorio constante de la verborrea psicótica de los fanáticos hacia sus ídolos. Cómo el fan, atrapado en la nostalgia y el coleccionismo impersonal, atrapa al actor, humano, y lo transforma en una figura de cera, creada para ser moldeada a gusto y piacere.
Es esta relación y su evolución el punto fuerte del metraje, en dónde la figura del fan deberá humanizar a su ídolo y el actor, lleno de orgullo y pretenciosidades, intentará comprender que debajo de todas esas alabanzas “inocuas” se esconde aquella admiración sincera y esperanzadora que no supo ver.

El Peso del Talento pisa fuerte tanto como una comedia de acción como también una metáfora del valor actoral que los artistas, envueltos cada vez más en pantallas verdes y trajes hechos por CGI, deben resignificar en los papeles que eligen tanto para subsistir como para demostrar su poderío.
Tras rolar los créditos, como espectadores comprendemos que Nicolas Cage, pudiendo hacer una ficcionalización de su vida, tan heroica como aplastante, es uno de los actores más versátiles, demostrativos y sinceros de nuestra época.

“You’re Nick Fuckiiiiiiiiiiing Cage!”

 

 

 

 

Lucas Soto

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