La película cuenta la historia de un chico que busca el objeto que le permitirá ganarse el afecto de la chica de sus sueños. Para conseguirlo, debe descubrir la historia del Lórax, una encantadora aunque malhumorada criatura que lucha por proteger a un mundo en vías de extinción.
En los últimos días El Lórax: en busca de la trúfula perdida fue declarada de interés cultural y medioambiental por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Esta acción pone sobre el tapete el principal objetivo al que parecieron apuntar los realizadores, un film de concientización con un mensaje pro-ecológico, más concentrado en aleccionar a los niños que en construir una historia con personajes de emociones reales. De los creadores de la muy recomendada Despicable Me, esta producción presenta una distancia con aquella, convirtiéndose más en un manual de biología, de hecho se amaga a dar una definición de lo que es la fotosíntesis, que en un film con corazón.
De igual forma que antes, aquí se recrea nuestro mundo pero con marcadas diferencias. Si en el anterior trabajo la sociedad había tenido una suerte de regreso al espíritu de los años \’30, con un reconocimiento del público y la prensa a los delincuentes de turno, aquí se presenta un mundo sintético en que los árboles han desaparecido y se los ha reemplazado con réplicas plásticas, a la vez que no solo el agua sino también el aire se vende en botellas descartables. Un futuro marcado por el capitalismo despreocupado que ha llevado a un olvido de lo que es el medio ambiente y a una desconexión total con la naturaleza. Esto abrirá la posibilidad de contar dos historias, la de las causas de tal desolado paisaje y la de un joven ya nacido dentro de esas consecuencias, en búsqueda de recuperar aquello que se ha perdido.
Habrá oportunidades para las que Ken Daurio y Cisco Paul, guionistas de Mi Villano Favorito, retomen ese divertido rumbo, ofreciendo algunas secuencias de cierta comicidad, centradas en un cuidado importante sobre los detalles. Por demás nunca terminará de romper del todo con su mensaje infantil y sobradamente optimista en torno a la ecología, aunque destilará en una crítica menos superficial al capitalismo salvaje y al consumismo que funciona mejor. Entre tanto personaje vacío de emociones cabe resaltar la figura de Danny DeVito, hombre verdaderamente comprometido con la causa, quien puso su voz al Lórax en todos los idiomas. Escuchar al personaje pronunciar frases del mismo modo en que Pedro Almodóvar anunció que la ganadora del Oscar era «El secretou de sús ojous», es una locura que bordea la genialidad.
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