Crítica de El Hombre que podía recordar sus vidas pasadas

El Tío Boonmee sufre una insuficiencia renal aguda y decide acabar sus días entre los suyos en el campo. Los fantasmas de su mujer fallecida y de su hijo perdido se le aparecen y lo acompañan en su viaje.

Ver El hombre que podía recordar sus vidas pasadas supone un viaje mágico. Un viaje en el que quizás no se comprende a ciencia cierta aquello que se ve, pero que no por eso deja de maravillar. Sentados a la mesa, la mujer de Boonmee, fallecida 19 años atrás, aparece para acompañar a su marido en la transición. Al mismo tiempo, el hijo desaparecido de ambos se presenta en una forma no humana, como un «Mono Fantasma», criatura del bosque de la que adaptó su cuerpo tras aparearse con la especie.

Acostumbrados a que las películas tengan un desarrollo lineal, un experimento cinematográfico así sorprende. El filme de Apichatpong Weerasethakul es la conclusión de Primitive, un proyecto con múltiples plataformas para la exploración visual de la memoria colectiva de un pueblo. La exhibición estaba integrada por siete videoinstalaciones, un video, una serie de fotografías y un libro, y buscaba introducir la historia de la región de Nabua, atravesada por la Guerra Fría en los \’60. La vida y la muerte, pasado, presente y futuro, la extinción, la evolución, la memoria, la guerra, la culpa, son algunos de los temas que el director tailandés abarca en esta obra, por la que ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes. La naturaleza es otro de los tópicos que se toma en serio, y el contacto que entre esta y el hombre se produce. Más allá del mencionado hijo de Boonmee, otra escena refleja el apareamiento entre especies diferentes, cuando una princesa afectada por su rostro, luego de hablar con un pez, tenga sexo con él dentro del lago.

El hombre… fascina, no sólo por lo que se cuenta sino también por las imágenes que se ven, combinando con soltura y sin necesidad de explicar, la realidad del presente con la que está por venir. La historia de Boonmee, un hombre que por medio de la meditación podía recordar sus vidas pasadas, es reencauzada con una visión más personal hacia este ejercicio artístico, que combina diferentes estilos cinematográficos para tratar innumerables temas. Para lograr el disfrute, hay que dejarse llevar, y así se percibirá cómo la pericia de Weerasethakul hace, de quien está a punto de morir, un hombre que viva por siempre.

 

 

 

 

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Migue Fernández

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