Crítica de Ejercicios de Memoria

Agustín Goiburú fue el más importante opositor al régimen de Stroessner en Paraguay. Desapareció en 1976 en Paraná, donde vivía exiliado. Este documental trata de introducirse en todo ese contexto a través de los recuerdos de los tres hijos y su viuda.

Recordar los terroríficos gobiernos militares de los países latinoamericanos se vuelve causa común, los oscuros años ’70 son una etapa que aún se propone superar y queda un largo trecho. Paz Encina escribe y dirige este documental que toca muy de cerca a nuestro país, y su título es el claro mensaje de lo que no se debe abandonar: la memoria.

El ensayo se centra en la importante figura de Agustín Goiburú, contundente opositor al gobierno de facto de Stroessner en Paraguay, cuya dictadura ocupó la escalofriante cifra de 35 años (1954 a 1989). Aún no se sabe qué fue del paradero de Goiburú, desaparecido en 1977. Encina tampoco se lo pregunta. Recolecta los testimonios de la familia y propone un juego entre lo que se oye y lo que se ve.

La cámara parece seguir una linea discursiva muy diferente al testimonio de los Goiburú. El espectador se convierte, durante la mayor parte del documental, en testigo de las actividades de un grupo de niños muy alejados de lo que podría ser el centro de cualquier ciudad, por el contrario, parecen inmersos en un bosque. Libres de cualquier sufrimiento, quizás ignorando aquello que la voz cuenta, esos años tumultuosos.

¿Casualidad? El film dialoga con un homólogo argentino a estrenar por la misma fecha, Memoria de los huesos, tomando como punto de partida la propia actividad de recordar. Aquello que los diferencia es la propia acción de las personas que relatan. El documental nacional se lanza a esta misión de recuperar la identidad de estos cadáveres desaparecidos para, a partir de su encuentro, poder reconocerlos, «que el cuerpo haga memoria». Mientras que en el segundo, al no dedicarse a esta búsqueda, el pueblo debe darle esta memoria a Agustín Goiburú, mantenerlo en el recuerdo.

Independientemente del trabajo por oposición entre imagen y sonido que mantiene activa la actitud del espectador, no deja de tornarse en muchos momentos monótona y pesada, a veces preguntándose por la propia puesta en escena de la supuesta observación. Por otro lado, el trabajo con el montaje de fotografías y archivos, manteniendo el relato, logra terminar con invariabilidad; la impresión de observar las últimas imágenes que se tienen de Goiburú es acompañada de un estremecedor silencio, el silencio en que se mantiene esta persona.

Memoria de los huesos habla del pasado, Ejercicios de memoria lo hace sobre el presente y el futuro. Un presente estático, imperturbable, que espera un futuro donde los niños puedan jugar, nadar, correr, que la memoria de lo que pasó les permita que jamás sean privados de nuevo de la libertad ni de su historia.

 

 

 

 

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Matías Carballa

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