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La silla avanza rápidamente por la vereda, pasa de cuadra a cuadra a los saltos. John Callahan empuja la palanca, está recostado contra el respaldo y su cuerpo está levemente inclinado hacia un lado. Un accidente de auto lo dejó cuadripléjico a los 21 años y desde ese momento, hasta esta tarde en la que avanza rápidamente por la vereda, pasaron muchas cosas. Don’t Worry, He Won’t Get Far On Foot es la nueva película de Gus Van Sant que cuenta la historia del famoso caricaturista de Portland, interpretado por Joaquin Phoenix. Un drama repleto de comedia y humor negro, una historia real y emocionante y, sin lugar a dudas, uno de los mejores estrenos del año.

John Callahan (Phoenix) era alcohólico. Su día empezaba con un cigarrillo, una ducha y una corrida hasta el almacén más cercano para comprar una botella de tequila. Y así seguía. Sabía que tenía que seguir bebiendo para que no sentir los efectos de abstinencia. Así fue su último día caminando, esa noche conoce a Dexter (Jack Black), un extraño que lo lleva de fiesta en fiesta en fiesta y toman hasta perder la conciencia. Dexter maneja el auto al momento del accidente. De todas formas este es el principio contado de forma cronológica, cosa que la película no hace.

Esta comedia dramática juega con los saltos temporales, realmente sabe cómo hacerlo. En un año en el que abundaron las historias con esta herramienta narrativa, es verdaderamente refrescante encontrar un ejemplo en el que su uso sea perfecto. Recién en la mitad de la película se termina de ordenar la historia y, sin embargo, en ningún momento ese desorden presenta un problema a la hora de comprender lo que pasa o para entender al personaje. De hecho, hace que todo sea más interesante y le agrega elementos a la historia que, de otra forma, jamás podrían haber estado. Con un caso real como el de Callahan era muy fácil emocionar y crear una historia que haga llorar y dar un mensaje melodramático, pero Van Sant logra muchísimo más: nos hace reír de la desgracia sin sentirnos culpables. Eso también tiene que ver con cómo pudieron capturar el espíritu del caricaturista.

Joaquin Phoenix, de más está decir, hace un trabajo soberbio. Su interpretación del alcoholismo, de la discapacidad y del rango de emociones que su personaje maneja a través de las casi dos horas de película es merecedora de todos los reconocimientos posibles. Es difícil hablar de «uno de sus mejores trabajos» cuando se habla de uno de los actores más talentosos de la industria, pero no sería una exageración calificar a su John en esa forma. Está acompañado de un genial Jonah Hill, que ya dejó muy atrás su faceta de «gordo gracioso» que lo acompañó durante tanto tiempo y sigue demostrando que es un increíble actor. En esta película interpreta a Donnie, el sponsor de John en Alcohólicos Anónimos y una de las personas que más influenció en la vida del artista. También está Rooney Mara en el papel de Annu, una chica que conoce en el hospital apenas tiene el accidente y que luego vuelve a encontrarse, cuando su vida ya está más encaminada. Si bien su interpretación no está al nivel de las anteriores, sigue siendo muy correcta.

Una historia graciosa, emocionante, real, cruda e inesperada. Don’t Worry, He Won’t Get Far On Foot es una de esas películas que adquieren nivel de clásico casi al instante de estrenarse. No tengo dudas de que durante años se va a hablar de ella. Si bien su estreno en nuestro país llega casi seis meses después del lanzamiento en Estados Unidos, parece una fecha más correcta, porque ¿qué mejor que terminar el año viendo una película así?

 

 

 

 

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