Crítica de Doctor Strange / Doctor Strange: Hechicero Supremo

Después de un trágico accidente automovilístico, el talentoso neurocirujano Stephen Strange debe poner a un lado el ego y aprender de los secretos de un mundo escondido de misticismo y dimensiones alternativas.

Aquellos familiarizados con el MCU sabrán con qué se irán a encontrar a la hora de otra película en el universo. Los hitos en este armado colectivo destacan por comenzar o cerrar una fase, o por contener un suceso extraordinario para la linea narrativa de Marvel Studios. Lo que significa que en mayor o menor medida los films no distarán mucho en su estructura, sería muy extraño encontrarse con una producción que desafíe las características fundamentales del estudio. Esto no quiere decir que la compañía y sobre todo Kevin Feige, el padre de todo esto, no hayan hecho un maravilloso e inteligente trabajo para construir un andamiaje sólido y prácticamente sin agujeros, con un tono característico e hilos que de a poco se van uniendo entre sí, tomando los recaudos necesarios para achicar el margen de error.

Doctor Strange es justamente parte de esto mismo, sin arriesgar y con el guión modelo de sus películas hermanas. Aquello que hace especial al film dentro de la línea narrativa es la introducción del Multiverso y de Stephen Strange, el arrogante y prestigioso neurocirujano que de la noche a la mañana se encuentra con su futuro arruinado gracias a un accidente automovilístico. Con el afán de recuperarse se embarca, y suma al espectador, en un viaje en el cual toda la materialidad del mundo se pierde en favor de la rotura de los límites que estrechan la mirada. Con Thor (2011) y Guardians of the Galaxy (2014) fue posible expandir las fronteras de la tierra. Esta dilata las barreras de la propia mente, sumergiéndose en una galería de imágenes y perdiéndose en la noción de lo que Stephen Strange cree imposible, lo que el espectador no conocía del MCU.

El film resulta familiar por su forma de narrar: el escéptico arrogante que comienza su camino para convertirse en héroe, el guía, el villano, la batalla final, combinado con la cuota de humor característica de estas producciones. También los guiños lógicos a superhéroes del mismo mundo, como los Vengadores y Thor. La trama posee un detalle puesto en forma sutil e inteligente que alude a otros de los personajes del Universo, no obstante se capte o no la referencia el relato es más que entendible.

El hecho de presentar al personaje por primera vez y enlazarlo en la estructura, quizás sea la causa de que solo se muestren los detalles mas significativos de su personalidad y que carezca de verosimilitud el tiempo que transcurre entrenándose y aprendiendo las artes, en relación con lo que logra en esa etapa. El villano de Mads Mikkelsen es otro de los puntos flojos por la sosa caracterización que expresa un antagonista caprichoso y del cual no se llega a entender su motivación.

Ahora, el tema que más ha alimentado al film de Scott Derrickson son los efectos visuales y el viaje «narcótico» que promovía, sumado a que la banda sonora encargada al omnipresente Michael Giacchino estaría influenciada por sonidos sesentosos con fuertes reminiscencias a Pink Floyd. La realidad es que este promocionado «viaje» no llega a ser absorbente por el hecho de que la forma narrativa de Marvel no da lugar a ambigüedades ni a perder el control de la historia, sin embargo las imágenes y la idea del mundo espiritual y la magia sí son totalmente revolucionarios para este universo. Las antes mencionadas Guardians of the Galaxy y Thor se desarrollaban en mundos guiados por sus propias leyes físicas, y aquí en el Multiverso pareciera que nada es imposible.

Por otro lado, el aspecto técnico de los efectos visuales es algo destacable, no porque maquen un quiebre ni por una aparente originalidad, sino justamente por esta calidad que amalgama armoniosamente dentro de la vertiginosidad del relato la imagen real con la magia. En ningún momento parecen insertados a la fuerza, por el contrario transcurren con total naturalidad y verosimilitud. Vale una mención aparte para la labor de Benedict Cumberbatch, que responde a la bienvenida al MCU con una interpretación digna de su gran oficio para moverse en el humor, la furia, el drama y la acción con igual talento en cada una.

Marvel tiene ese punto extra porque, a pesar de encontrar la misma fórmula en sus películas, piensa en los detalles para construir una línea narrativa que se agranda cada vez más y que hasta ahora condujo en forma dúctil. Doctor Strange propone un salto gigante hacia la exploración de ese mundo a partir de los detalles y rompiendo las barreras de la realidad, y así es como resuelve el conflicto sin alargarlo innecesariamente, con una simpleza proveniente de lo que se creía imposible.

 

 

 

 

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Matías Carballa

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