El director de Oldboy y The Handmaiden regresa con un romántico thriller policial.
En 1963 nació en Corea del Sur el director Chan-Wook Park, uno de los cineastas más aclamados y populares de su país. Entre sus películas más conocidas están Thirst (2009), la denominada Trilogía de la Venganza, integrada por Sympathy for Mr. Vengeance (2002), Oldboy (2003) y Lady Vengeance (2005) y en 2016 la maravillosa The Handmaiden. Para cualquiera que haya visto una o varias de las películas de este brillante director sabe que al empezar nuevamente a ver otra, es estar preparado para encontrarse con crímenes y romances retorcidos, giros inesperados y personajes sorprendentes. En la edición de este año del Festival de Cannes, Park estrenó Decision to Leave, y por supuesto, no es la excepción.
En esta ocasión, seguimos a un detective llamado Hae-joon (Park Hae-il) que está casado con Jung-an (Lee Jung-hyun) y que pasa las noches en vela por causa de los casos que no ha podido resolver. El misterio empieza rápidamente cuando encuentran a un montañista muerto en uno de los picos a los que habitualmente sube. ¿Fue accidente o asesinato? La principal y aparentemente obvia sospechosa, es la esposa de la víctima, Seo-rae (Tang Wei), una mujer china que vive en Corea, que tiene un limitado conocimiento del idioma y que se dedica a atender ancianos en un geriátrico y tiene marcas de haber sido agredida por el que parece haber sido un marido violento. Todo indica que ella fue (tampoco se la ve muy dolida por lo sucedido), pero la chica tiene coartada y, más importante que eso, ha conseguido enamorar, seducir o intrigar lo suficientemente a Hae-joon como para que él no sepa muy bien qué hacer con el caso. ¿Investigarla a profundidad y acusarla, y finalmente cerrar un caso? O ¿mirar para otro lado y dejarse llevar por la pasión que le despierta sacrificando en el camino la verdad?
Aunque en Decision to Leave Park toma cierta distancia respecto al relato de venganza que priorizaban sus otras obras, la idea del mal se apodera de la película, que a nivel moral se empapa del gris de los cielos nublados, con un policía que ve obstruidos sus anhelos románticos por culpa de su ética profesional. La trama les resultará reconocible a los amantes del filmnoir; y además, como buena femme fatale de película policial, Seo-rae no da pistas muy claras sobre si realmente se interesa por su enamorado o si está manipulándolo. Todo esto, que suena elegante y clásico, queda bastante sumergido en el fondo de los detalles de la investigación, que se van resolviendo a través de tecnologías digitales (celulares, relojes, grabadoras, apps de ejercicios, traductores automáticos) y una espesa neblina que parece envolverlos constantemente.
La película es larga, y lamentablemente se percibe de esta manera; cuando una clásica cinta policial iría concluyendo a los 90 minutos, Park empieza de nuevo. Sin embargo, la segunda parte también mi favorita, cuando nos muestra otra faceta de los personajes y el corazón romántico que late a través de la historia va ganando cada vez más peso. Porque lo cierto es que el centro no es la investigación policial, es la psicología y la relación de estos dos personajes que, aunque hablen en idiomas diferentes, ello no les impide amarse. Es una historia de amor, llena de dudas y desconfianza, que nace de forma orgánica de un predecible relato de detectives. Cuando al amor lo atraviesa la desconfianza y las dudas, ¿es posible entregarse completamente, o es mejor tomar la decisión de irse? Descubran la respuesta que Park da a través de sus complejos personajes, y no se pierdan esta bella, y un poco trágica película.
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