En 1926, Gorostieta, un general retirado, ve cómo en México estalla una violenta guerra civil. Con el apoyo de su esposa, decide unirse al bando revolucionario y transformar a un grupo irregular de rebeldes, sin líder que los dirija, en una fuerza heroica, capaz de defender con valentía la causa de la justicia.
Es interesante ver como Cristiada suma más méritos artísticos que históricos al querer representar con firmeza el perenne conflicto que se da entre la religión y un estado laico cuando tanto el uno como el otro rayan el fanatismo y la intolerancia. El proyecto mexicano más caro que se ha rodado hasta el momento -110 millones en presupuesto- tiene un solvente elenco y detalles de producción impresionantes, pero flaquea demasiado a la hora de contar su versión de los hechos, haciéndolo de una manera más que ofensiva y aleccionadora.
Normalmente un film con ribetes históricos suele decantarse por un lado subjetivo del relato y eso está bien, se le permite no ser objetivo o que favorezca a uno u otro en la discordia, pero el tema en Cristiada es que la polarización es tan evidente que asusta. El tratamiento del tema está manejado con un absoluto sentimentalismo barato, cursi, demasiado manipulador y pretencioso, con un concepto del Bien y el Mal desesperante, donde los cristianos son los buenos, justos y santos, mientras el gobierno opresor resulta irracional, frío y malvado.
A pesar de sus desniveles, esta producción histórica con tintes de western cuenta con un buen elenco con nombres de peso, como el protagonista que interpreta Andy García, acompañado de Eva Longoria, Catalina Sandino-Moreno y hasta el cantante devenido en actor Ruben Blades. Puede picar el hecho de que se haga una película de habla inglesa basándose en una historia en territorio mexicano, pero ese es el menor de los males del director Dean Wright. Este debuta como realizador después de haberse hecho un nombre como diseñador de efectos especiales en grandes tanques, pero debería haberse quedado en ese territorio. Una buena fotografía, lograda ambientación y vestuario no hacen al film, y el guión de Michael Love es un lastre para todos los buenos aspectos que propone.
Cristiada aburre, se hace larga, reiterativa y además peca de ser poco informativa. Los sabedores de historia le reprocharán sus faltas, y los que buscan buen cine atacarán sus otras carencias, que tiene muchas.
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