Es el campeón del mundo, y así eligió retirarse. Adonis Creed se bajó del cuadrilátero con el mayor logro de su carrera, pero gracias a una aparición del pasado, no va a poder mantenerse lejos por mucho tiempo. Creed III es la nueva entrega de la saga más famosa de boxeo, pero esta vez Rocky ya no es parte de la historia, y esta ausencia se siente más de lo que debería, y su mayor fortaleza es un antagonista que parece ser el único que está a la altura de lo que se esperaba de esta nueva entrega.
Michael B. Jordan, además de protagonizar la tercera película de la saga, se pone detrás de la cámara cómo director y si bien algunas partes se sienten inspiradas, la cinta peca de ser demasiado dispareja y esto puede alejar al espectador.
Creed dejó el deporte en su máximo momento, y ahora se dedica a descubrir nuevos talentos y lanzarlos, a llenar el mundo del box con potenciales campeones. La vida parece ir bien para él: el negocio prospera, tiene bajo su ala a la mayor promesa del momento, Félix «El Guerrero» Chávez, y su relación con aquellos que más quiere está mejor que nunca. Pero esto solo es la calma antes de la tormenta, que llega a Los Ángeles de la mano de Damian “Dame” Anderson, encarnado por Jonathan Majors.
“Dame” conoce a Adonis desde antes de que fuera un Creed, cuando aún estaba en el sistema de acogida, eran hermanos. Dame, apodado “Diamante”, era la gran promesa del box en su categoría, estaba en camino a ser el mejor en el deporte, pero todo esto se esfumó luego de una pelea en la calle, y pasó casi dos décadas en la cárcel. Pero después de cumplir su condena, está listo para retomar su vida en dónde la dejó, por todos los medios que sean necesarios.
Si hay un fuerte en Creed III, es la historia de Dame y la complejidad de su personaje y la relación con Adonis, pero esto parece ser más un mérito de Majors, uno de los mejores actores de la actualidad y una estrella en ascenso, y no tanto de la película. El ritmo es irregular, la edición no es muy inspirada, y si bien Jordan parece tener mucho potencial en la dirección, aún le queda un tramo por recorrer para estar a la altura de su predecesor en la saga, Ryan Coogler, que fue productor y guionista en esta entrega.
Toda buena película de Rocky y la franquicia debe tener un buen antagonista, pero el problema en Creed III es que, para el final, es la única persona que nos interesa, y de hecho cuesta justificar, o sentir empatía con nuestro protagonista. Esto es necesariamente malo, pero la lucha por el equilibrio entre sus dos historias es constante y puede resultar contraproducente. El “underdog” acá es claramente Dame, la presencia de Majors es una potencia difícil de ignorar, y cuesta distinguir si esta fue realmente la intención de la cinta, o si simplemente el actor se apoderó de la trama porque todo lo demás no estaba a su altura.
La película entretiene, pero no mucho más, y lo que había hecho resaltar a Creed en 2015, acá no está. Una correcta tercera parte, pero no mucho más que eso.