Adonis Creed sigue buscando su camino en el boxeo, intentando encontrar su propia historia, pero un fantasma del pasado llega para retarlo. El hijo de Ivan Drago, el boxeador ruso que mató a su padre en el ring, desafía al campeón a una pelea. Creed 2 mantiene todo lo bueno de la primera entrega, pero esta vez le agrega un arco personal mucho más significativo al personaje interpretado por Michael B. Jordan. Sin nada que envidiarle a la película de Ryan Coogler, esta secuela cuenta una historia igual de emocionante y atrapante.
La franquicia de boxeo más importante del cine sigue estando en manos de jóvenes directores, esta vez fue Steven Caple Jr. quién se puso detrás de la cámara y decidió mostrar una historia en la que se hace mucho hincapié en el crecimiento emocional y personal del protagonista. Pero no por esto las escenas de pelea tienen menos importancia, en cada enfrentamiento mostrado en la película el espectador no puede evitar ponerse nervioso y los mantiene al borde de la butaca. Además de estar filmadas maravillosamente, logran interesar hasta al menos seguidor del boxeo. Esa es la magia de estas historias y sucede con todas las películas del universo Rocky: no importa si te interesa el boxeo, si seguís las peleas o si no te interesa para nada, durante las dos horas de película, te va a parecer el mejor deporte del mundo.
Adonis (Michael B. Jordan) es campeón de peso pesado, sigue con Bianca (Thessa Thompson) y quiere casarse con ella. Los objetivos que tenía en la primera cinta ya están cumplidos y no parece tener techo. Sin embargo, le falta algo, no se siente realizado y sigue comparándose día a día con su padre. Pero una oportunidad para reescribir la historia se presenta cuando es desafiado. Del otro lado de lo que una vez solía ser la cortina de hierro, un Viktor Drago (Florian Munteanu) se levanta todas las mañanas y corre en las calles heladas de Ucrania, acompañado por su padre Ivan (Dolph Lundgren). Pero Buddy Marcelle (Russell Hornsby), un promotor, tiene planes para él, quiere reproducir la infame pelea que acabó con la vida de Apolo Creed, pero está vez con los hijos.
La película mantiene la energía de su predecesora, pero suma profundidad a los personajes con arcos de crecimiento personal muy importantes para la trama. Adonis no sólo se enfrenta a un oponente temerario, sino también a sus fantasmas familiares. Rocky se niega a dejar muchas cosas atrás y sigue agobiado por no haber tirado la toalla en esa pelea. Hasta Viktor Drago es un personaje que tiene mucho más que mostrar que lo que se ve en la superficie: la presión de restaurar el honor de su familia, lidiar con un padre que le carga todo el peso en sus hombros y una mirada que contantemente muestra que no está haciendo lo que realmente quiere. Quizás el mayor acierto del film es que el antagonista no es un villano.
Un montaje de entrenamiento que hace honor a la Rocky que inspiró a esta película, un encuentro entre dos personajes icónicos de los ’80. Un Sylvester Stallone que ahora, a sus 72 años, es un actor formidable y, según él, está es su despedida del personaje. De ser así, es la mejor forma de irse, porque el cierre que le dan es el que merece uno de los personajes más conocidos del cine.
Creed 2 brilla con luz propia, pero en ningún momento intenta desprenderse del legado que lleva sobre sus hombros. Ah, otra cosa, la música característica sólo se escucha en un momento, pero es suficiente para poner la piel de gallina. Una película que merece ser disfrutada en el cine.
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