Hipo, Chimuelo, Astrid y la pandilla están de vuelta, en un regreso muy esperado que le costó a DreamWorks cuatro años desde la salida de la celebrada primera entrega, y que valió la pena esperarla con tantas ansias. Si bien la compañía no es Disney y el prospecto de secuelas de sus productos está mejor visto que la baja calidad de ciertas segundas partes en la casa del ratón, lo cierto es que How to Train your Dragon 2 es una sólida continuación de las aventuras de los habitantes de Berk, donde otra vez el estudio hace gala de sus mejores efectos visuales al servicio de una historia sugerente y ambiciosa.
Cinco años han pasado desde que la ingenuidad y el temor a lo desconocido quedaran atrás dentro de la comunidad vikinga, pasando de ser férreos cazadores de dragones a compartir la vida cotidiana pacíficamente. La primera escena bien demuestra esta amalgama, donde la caza ha sido desplazada por un nuevo y excitante deporte -donde también queda demostrado el buen uso de un 3D superior y bien empleado-. La relación de Hipo y Chimuelo ahora los lleva a explorar nuevos territorios, expandiendo el mundo en el que viven, así como también la mitología y la aparición de originales y poderosas criaturas escupefuego.
El conflicto del pasado -el ser diferente de Hipo dentro de los estándares de su rudo padre Estoico- ha florecido en una amigable relación padre-hijo, pero que traerá aparejado uno de los ejes morales de esta entrega: ¿está listo Hipo para comandar a su pueblo? La introducción de nuevos personajes y la aparición de un temible villano serán los retos a superar en esta secuela que expande su registro en todo sentido pero que, por un motivo u otro, se queda en vuelo raso en comparación con su predecesora. Teniendo en cuenta que es una película para un sector demográfico no mayor a los 12 años, es raro que con los tiempos que corren, un malo como Drago tenga un trazo de personalidad muy vacío, como si fuese que su presencia, recia y llena de cicatrices, fuese a bastar. Durante todo el film, se dice que Drago es un villano temible, que ha chocado con ciertos personajes en el pasado, pero ese choque eventualmente llega y no obtenemos nada a cambio.
Lo mismo con el seno familiar de Hipo, donde las emociones giran en torno al regreso de un integrante y su pico emotivo es esa canción en la cueva. Son lugares comunes del género y están bien desarrollados, pero el golpe que le sucede es demasiado cotidiano para una saga que en el pasado supo conmover hasta la médula con interacciones emotivas superiores. Da la sensación que desde el guión se quiso hablar de las relaciones familiares, de la paz, de la guerra y también del compañerismo, pero se quedaron bastante cortos manejando el tiempo en pantalla de cada uno. Todo eso, y ciertos ajustes en la resolución del conflicto que parecen forzadas.
Siento que le estoy mirando demasiado los dientes al caballo de Dreamworks, porque la verdad que el regreso de Chimuelo rebasa calidad por cada costado. Ya con la anterior propuesta del estudio –The Croods– había quedado fascinado por la labor descomunal que logran en materia de animación, y acá vuelven a dejarme pasmado con el puntilloso trabajo de construcción de cada personaje y cada diminuto detalle, pensado y trabajado hasta lograr un realismo impactante.
Aún no pudiendo recapturar la maravillosa sensación de frescura de la anterior entrega, How to Train your Dragon 2 expande el mundo mitológico hacia los cuatro costados, dejando una encantadora sensación al abandonar la sala. Una aventura familiar imperdible.
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