Crítica de Chappie

Luego de ser secuestrado por dos criminales durante su nacimiento, Chappie se convierte en el hijo adoptivo de una familia extraña y disfuncional. Chappie tiene un talento fuera de lo normal, es único en su clase, un verdadero prodigio... también es un robot.

Hace falta demasiado para que el sudafricano Neill Blomkamp logre ganarse al público y a la crítica por igual como cuando presentó al mundo su preciada District 9. Esa combinación mortífera entre comentario social y ciencia ficción fue tan alabada que cuatro años después, el segundo opus del director, Elysium, fue golpeado brutalmente al no alcanzar el nivel de excelencia que todos esperaban. Pero Blomkamp no se durmió en los laureles ni tampoco dejó que un poco de crítica tirase abajo sus ganas de seguir contando historias con una importante bajada de línea social y política, así que dos años después de aquella batalla entre pobres y ricos regresa con Chappie, un interesante film de acción cibernética que sale adelante pese a sus partes prestadas.

La genialidad comienza y termina con la figura de Chappie, un robot maltrecho al que el héroe de turno le carga una consciencia artificial, pese a que su jefa le indique todo lo contrario. Es una intersección de caminos entre la Skynet de Terminator -sin la malicia ni ansias de destrucción global- , aquel tierno robot en Cortocircuito y una pizca de la nueva RoboCop, con toda la parafernalia policial y el tema de la seguridad en las calles, un buen combo que funciona gracias al pulmón que le ofrece Sharlto Copley con los movimientos de captura y voces del adorable robot. Claramente Copley es el fetiche de Blomkamp, habiendo aparecido en todas sus películas, y si bien en Elysium se pasó al lado oscuro, en esta ocasión vuelve a darle alma a Chappie con un increíble trabajo que le haría saltar una lágrima al colosal Andy Serkis, amo y señor de este campo. Las motivaciones y descubrimientos de Chappie generan una empatía increíble, incluso mucho más que la de los humanos que lo rodean, y es el único aspecto en el cual esta compra al espectador desde el minuto uno.

Gracias al camino que recorre el robot es que la película no se hace más tediosa de lo que podría ser, ya que el viaje de Chappie es mucho más interesante que los villanos que presenta el guión de Blomkamp y su colaboradora Terri Tatchell. Tanto el maniático Hippo como el ex-soldado Vincent de Hugh Jackman no tienen motivos suficientemente sólidos para generar un conflicto de peso para los protagonistas, y el film gana mucho más dinámica cuando está presente el aprendizaje de Chappie con su extraña familia adoptiva, con madre y padre siendo interpretados con mucha soltura y personalidad por Ninja y Yo-Landi Visser, creadores de la banda Die Antwoord. No es la primera ni será la última vez que músicos den su paso por la pantalla grande, y en este caso la dupla resulta muy orgánica como un par de delincuentes de poca monta pero de gran corazón que serán muy importantes para el crecimiento acelerado de su hijo de titanio. Se agradece también que le hayan dado la oportunidad a Jackman de hacer un villano por una vez en su filmografía heróica, pero no le sirve de mucho ya que su antagonista no tiene el suficiente carisma para hacerle frente a Chappie, incluso con ese horrible peinado que parece salido de una mala película de Nicolas Cage. Y ya que estamos, otra vez más se desperdicia a una grande como Sigourney Weaver -hace no mucho pasó lo mismo en Exodus de Ridley Scott-, que se la pasa sentada detrás de un escritorio durante todo el metraje.

El regreso de Blomkamp a su tierra natal dota a Chappie de un sabor internacional que no muchos blockbusters se permiten, y da la pauta de que Neill no se acopló al sistema de los grandes estudios, sino que la situación es la inversa. Claramente el sudafricano sigue respetando a rajatabla sus ideas, por más que a veces no cuajen a través del guión, y es en el apartado técnico donde no ha perdido peso alguno. Eso, y que cualquier película que se ayude de la banda de sonido de Hans Zimmer logra subir unos cuantos puntos de adrenalina y emoción ni bien sus aplastantes sonidos comienzan a invadir la pantalla.

Es muy difícil que Chappie le resulte original a cualquier espectador, porque es una historia ya contada varias veces, pero vale la pena presenciar como Blomkamp sigue consolidándose como una voz por fuera de lo comercial, donde sus películas tienen una chispa particular que mezcla lo mejor de los mundos: es agradable de ver, sus escenas de acción son pasmosas y tiene alma. A este ritmo, la próxima Alien que dirigirá será algo interesante de ver.

 

 

 

 

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Lucas Rodríguez

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