Esta crítica se publicó con ciertas modificaciones en Frikear, a propósito de la cobertura del BAFICI 2010.
En Centro, el realizador Sebastián Martínez (París Marsella) retoma el género documental, no para seguir los pasos de alguien, como hiciera con Cortázar y su mujer Carol Dunlop, sino la vida de un lugar, o de varios. Precisamente se concentra en las calles Lavalle y Florida, uno de los emblemas más importantes del centro de Buenos Aires. Sus negocios, su gente, todo eso se refleja en pantalla durante estos 90 minutos.
Se trata de una película nostálgica. Hay mucha participación de gente mayor, recordando tiempos pasados que, por supuesto, para estas calles fueron mejores. Los ejemplos pasan desde la tienda Harrod\’s, rememorada a través de fotos en sus épocas de gloria, pasando luego a un presente testigo de su estado derruido, hasta una clásica barbería por la que en su momento pasaron grandes del espectáculo pero que hoy solo vive de recuerdos. El costado de crítica social también tiene su espacio, negar a los niños que día a día revisan la basura es esconder aquella realidad contrastante de ese cruce, en el que el hambre de los más pobres convive con los momentos más felices, como el de la pareja grande y humilde que se casa en el Registro Civil.
Ocupa un lugar muy importante el cine en esta sinfonía. Los únicos datos que permiten situarnos temporalmente, en un principio, son los afiches de las películas. Si los primeros minutos hacen pensar que se trata de «un día en el centro de Buenos Aires», son los pósters de diversos meses los que evidencian que no es así. Para cerrar, hay un último punto a destacar de esta recomendable película y es una crítica al cine comercial y al estado actual de nuestra industria. Dos señores recuerdan viejos tiempos de Lavalle a partir de la cantidad de cines que había. Nombrando uno atrás de otro llegan a veinte, solo en una calle, y se lamentan al pensar que hoy hay tan solo 17 salas repartidas en solo dos complejos. Como si fuese en nombre de Sebastián Martínez y de todos los que participan de festivales como el Bafici o de circuitos de distribución alternativos, uno de ellos dice: «los americanos tendrían que haber enseñado algo más que vender pochoclo». Nosotros pensamos lo mismo.
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