Un grupo de chicos se unen para luchar contra las máquinas depredadoras que amenazan la naturaleza que los rodea. Para ello deberán transformarse en dibujos animados que lucharán con una bruja ambiciosa.
Curioso estreno tardío el de Cara Sucia, con la magia de la naturaleza. Tardío porque se estrena luego del período de vacaciones de invierno en todos los territorios nacionales, sin duda producto de la masificación conglomerada que ofrece cuantiosos dividendos a Disney con El Rey León y Toy Story 4. Mucho más tardío porque la película de Gastón Gularte terminó su filmación en 2011, y el trecho hasta su arribo a las salas comerciales se debe a la minuciosa post-producción que mezcla el costado live-action, con actores de carne y hueso, con una primorosa animación para esta aventura ecoamigable para toda la familia
De impecable factura técnica y con importantes mensajes en su historia, Cara Sucia cuenta la historia de Mariel (Isabella Caminos Bragatto), una jovencita misionera que deambula perpetuamente con la cara sucia que le da su apodo y nombre al film. Eternamente preocupada por la vida silvestre y la deforestación latente en la zona en la que vive, Mariel tiene como contrapartida a la avara bruja y empresaria Melany (una Laura Novoa que mastica y subraya cada escena en la que aparece), quien pretende talar árboles indiscriminadamente para hacerse con la valiosa madera milenaria del parque nacional. La naturaleza es sabia y, al ver que los adultos caen fácilmente rendidos a los regalos y atenciones de la corporación inescrupulosa, recluta a los niños puros de corazón con la ayuda del abuelo Augusto (Jesús Pérez Echanique) y el mono Vivaldi (una criatura animada con la melosa voz de Rubén Rada). La senda bondadosa de Cara Sucia y la sed megalómana de Melany pronto se cruzarán, y la pelea por la selva no dejará a nadie indiferente.
Uno podría preguntarse por qué la tardanza de ocho años en finalizar la película, pero la mezcla entre escenarios naturales y dibujos animados que presenta Cara Sucia tiene un acabado muy prolijo y sustancial. No busquen calidad exorbitante como Pixar, pero es un producto de factura autóctona que remite a Los Peques (les dejo una muestra acá) por su corte nativo y la exploración de territorios tan hermosos como lo es el Sur en el caso de los duendes, y la flora y fauna del litoral en el caso de Cara Sucia. Siendo una película para todo público y mayormente apuntada a los más chicos de cada hogar, se le puede permitir la carencia de un mayor conflicto (es buenos versus malos, blanco versus negro) y todo tiene que resultar lo más obvio y procesado posible. La tarea de Gularte con los apabullantes paisajes de cataratas y caminos selváticos, además de la ardua tarea de animación, parecen haberlo distraído del guion de su propia firma, que presenta mesetas narrativas que se notan prolongadas a lo largo de los 95 minutos de duración. A la vez, Novoa parece haberlo pasado genial como la malvada, aunque su unidimensionalidad es visible en todo momento y sus magros poderes mágicos son inversamente opuestos a la cantidad ingente de modelitos ajustados y exagerados que le hacen vestir.
Cara Sucia cumple su objetivo de entretener y, al mismo tiempo, recordar el valor de la naturaleza, y todo lo que nos ofrece. Es un lindo experimento que hibrida una colorida animación con un elenco humano a la par, pero a la que le falta un golpecito adicional de horno para resultar más memorable.
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