Después de que otro incidente internacional, que involucra a los Vengadores, concluye en daño colateral, la presión política se amontona para instalar un sistema de contabilidad y un ala gubernamental que determine cuándo solicitar los servicios del equipo.
Las confianzas depositadas en Captain America: Civil War son en este preciso momento, muy elevadas. Luego del fascinante pero a veces aplastante coloso que significó Age of Ultron, y después del singular paso en falso de Batman v Superman, el panorama del cine de superhéroes sólo contaba con Deadpool como escape a la fórmula para respirar entre tanto héroe encapotado. Es tarea de los hermanos Anthony y Joe Russo el saciar esa esperanza, y lo hacen como sólo un producto Marvel lo puede hacer, aunque muestre las carencias de siempre entre tanta espectacularidad.
Más Avengers 2.5 que una aventura en solitario de Steve Rogers, Civil War retoma la temática de la culpabilidad de los superhéroes con las casualidades humanas en medio de sus batallas. Tema que ya tocó Batman v Superman hace poco y uno muy interesante si vamos al caso, pero tratado con mucha certeza y desde otra óptica. En una misión con resultados dispares en Nigeria y luego del cataclismo provocado en Sokovia en Age of Ultron, el público está en ciernes y las autoridades del mundo también. ¿Cómo lograr que nuestros salvadores midan sus poderes? ¿Estamos realmente a salvo con ellos defendiéndonos? El Acuerdo de Sokovia entra en juego para actuar como medidor, pero eventualmente se forman dos facciones de contienda. Nuestro querido Cap, que no quiere quedar a merced de maniobras políticas y ayudar al prójimo cuando se lo requiera, y Tony Stark, con mucha culpa luego de la desastrosa idea de crear a Ultron. Las conversaciones del Acuerdo no son blancas ni negras, sino que es una charla en la que todos los integrantes de los Avengers tienen su voz y voto, y esgrimen cada uno su punto de vista. Eventualmente, un agente externo los hará tomar bandos y la pelea está servida.
Uno de los aspectos más recordados de The Winter Soldier, una de las mejores entregas del Universo Cinematográfico de Marvel, era su capacidad de darle otro gusto y convertirse en algo más que una simple secuela. El guión de Christopher Markus y Stephen McFeely actuaba como un temblor sísmico al status quo de la historia, y de buenas a primeras se convertía en un thriller heroico imparable, que mantenía en vilo al espectador. Markus y McFreely repiten una vez más en el mundo del Capitán, y si bien no provocan otro sismo como lo hicieron la secuela pasada, tienen entre manos una historia que sabe tomarse su tiempo para arrancar, pero una vez que lo hace no para. El peso mismo de la trama, el balancear varias historias separadas, puede costar la atención de la platea más de una vez, atraídas sin embargo por las geniales secuencias de acción en medio. Ahí enfatiza una vez más la gran labor de los Russo en las maravillosas secuencias de acción en combate mano a mano, y el despliegue de héroes peleando el uno contra el otro. El caso es que toda la factoría Marvel actúa de una manera, y si no está roto para qué arreglarlo, dice el dicho. Hay duras revelaciones y momentos angustiantes durante las más de dos horas de película, pero no hay peligro latente para nuestros héroes. Nunca lo hubo. Como espectadores, ya sabemos lo que vamos a ver en pantalla grande, y como producto Civil War entrega todo lo que uno le pida, pero no tiene ese factor extra que hace que sea recordada duraderamente, como sí pasó por ejemplo con The Winter Soldier. Es lo que hay y está mal a veces pedir de más, pero el hype y las continuas críticas estelares por todo el mundo indicaban una cosa, y la verdad es que tenemos el mismo envase de siempre, pero con envoltorio un poco cambiado. Es una fórmula, y las fórmulas están para replicarlas una y otra vez si funcionan.
Si bien desde el guión hay demasiados personajes y héroes en pantalla, cada uno tiene su momento estelar. El grupo de Vengadores está más aceitado que nunca, se los nota como una familia unida y cuando tiene que pelear, lo hace como un enmsable, estén del lado donde estén. Por supuesto, Chris Evans y Robert Downey Jr. tienen asientos preferenciales entre todos los héroes y ambos demuestran otras aristas de sus alter egos, Evans con su Steve Rogers más idealista que nunca y Downey Jr. con su desgastado y atribulado Tony Stark. La Scarlet Witch de Elizabeth Olsen funciona como detonante de una crisis internacional y a la vez personal que tiene un agradable arco junto al Vision de Paul Bettany, mientras que el resto del equipo conocido sigue apoyando tanto en combate como fuera de él. Las incorporaciones llegan del lado del comentado Spider-Man de Tom Holland y el Black Panther de Chadwick Boseman. Holland está más que perfecto como un jovencísimo Peter Parker en una de las mejores encarnaciones del personaje en la pantalla grande, que con contadas escenas eleva la película de un sopor pasajero, y comienza una de las mejores escenas del film, una pelea en un aereopuerto donde se combinan escaramuzas varias entre los héroes y la presencia del humor siempre liviano marveliano. Por otro lado, el Black Panther tiene motivos muy personales para meterse en el medio de la guerra civil y Boseman es un gran actor, pero en verdad no genera una fascinación por saber más de su personaje. Saber que pronto tendrá una película en solitario y que Black Widow todavía tiene que compartir cartelera con otros Avengers es un crimen, y no ayuda al caso del hombre gato. Daniel Brühl se despacha como un misterioso personaje que actúa en contra de los héroes y tiene una historia que podría haber sido de más ayuda al actor, que apenas posee escasas escenas, pero las hace valer. Es más un catalizador de la acción que otra cosa y no pasará a la posteridad como un contrincante de temer, pero su antagonismo es uno de los costados más centrados que tiene para ofrecer una película de superhéroes.
Civil War es entretenimiento puro, al fiel estilo Marvel. Tiene todos los aderezos que la platea ama, peleas imparables, personajes queribles, chistes agradables y una trama bien llevada. Pero no se llega a una máquina bien aceitada sin pasarse de aceite lubricante, y detrás de todo el esplendor hay una historia importante, a la que le lleva tiempo llegar a su punto álgido, pero cuando lo hace explota y no para. Pero dicha explosión no tiene el suficiente empuje como para durar días en la mente del espectador y eso puede ser un problema a futuro, cuando el Universo Marvel encare su aparente recta final. Habrá que andar con cuidado para ese entonces.
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