Crítica de Betibú

Cuando parece que la tranquilidad ha vuelto a reinar en el country La Maravillosa, Pedro Chazarreta aparece degollado. Todo hace suponer que se trata de un suicidio, pero pronto aparecen las dudas.¿Será ésta la última muerte?

No todos los días se estrena un film con la calidad que tiene Betibú. Basada en una novela de la escritora Claudia Piñeiro, una de las damas negras de la literatura argentina que se encarga de explorar los recovecos oscuros del colectivo popular argentino -como ya lo hizo en su inquietante radiografía social Las Viudas de los Jueves– esta es un misterio a la criolla con un formidable sentido del suspenso.

La protagonista total de la historia es la escritora de policiales Nurit Iscar, más conocida como Betibú por sus allegados. Ella no está pasando por un buen momento laboral y la sospechosa muerte de un importante hombre de negocios en la tranquilidad de un barrio cerrado hará que la Dama del Suspense entre en contacto con dos periodistas, uno a punto de retirarse y el otro recién familiarizándose con su entorno. Juntos, los tres mosqueteros llegarán hasta el fondo del misterio, uno del que quizás no puedan salir tan fácilmente como entraron.

Betibú juega sus cartas con sapiencia, con un muy buen tino de parte del director Miguel Cohan, que no cae en lugares comunes del oficio sino que le da un sabor interesante y de proyección internacional, teniendo como resultado una película sólida y de apariencia pulida, sin olvidarse de las raíces costumbristas. Como si fuese un caso narrado en una historia de Agatha Christie, una pista llevará a la siguiente y no una muerte llevará a otra, haciendo el caso más y más grande según pasan los minutos, y por supuesto más peligroso.

El guión del propio Cohan junto con Ana Cohan -su hermana- sigue a los sospechosos de siempre y no tiene grandes set pieces, pero va conectando con sinceridad la relación entre los personajes hasta llegar a la revelación en el acto final, donde el misterio se resuelve y en unos inesperados momentos finales la tensión se eleva al cuadrado y la recta de llegada se transforma en una sucesión de escenas no aptas para cardíacos.

No hay mucho que decir tampoco sobre la labor de la siempre inmensa Mercedes Morán, que con su parsimonia habitual se va adueñando poco a poco de su personaje y lo lleva a buen puerto con inteligencia, acompañada por un gran actor como Daniel Fanego como el infatigable Brena, obnubilado por su compañera de trabajo, y la nueva estrella del género, Alberto Ammann, el novato que quiere impresionar a toda costa. Acompañados de figuras de renombre del país como Gerardo Romano, Lito Cruz y hasta una hilarante aparición de Norman Brisky como un maniático de las conspiraciones, la solidez actoral se nota a cada momento.

Quizás el haber esperado una adaptación tan pobre y cansina como la de Las Viudas de los Jueves haya funcionado como catalizador para la sorpresa que genera el terminar de ver Betibú, un entretenido policial bien construido que deja con ganas de más. Un proyecto criollo para aplaudir.

 

 

 

 

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Lucas Rodríguez

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