Al poco tiempo de mudarse a un pequeño pueblo de Pennsylvania, John y su familia comenzarán a vivir situaciones extremas, luego de que John empiece a experimentar todas las noches parálisis de sueño.
Termina el año, un brusco 2017 donde el horror reinó desde su mismísimo comienzo para coronarse finalmente con el estreno de It en septiembre. Como no podía ser de otra manera, las últimas dos semanas del año traen a cuestas dos estrenos de terror y en esta oportunidad llega la deplorable Be Afraid que, como toda película del género, nace de una buena idea pero es pobremente ejecutada.
El fenómeno de la parálisis del sueño es tan simple como sobrecogedor y, bien encaminado, puede llevar a grandes productos como el espantosamente realista documental The Nightmare, que se los recomiendo -está disponible en Netflix-. Estar consciente en pleno sueño y no poder mover ni un músculo ya genera escalofríos de solo escribirlo, por lo que con ese simple hecho la película personalmente tenía todas las de ganar. Por desgracia absoluta, el director Drew Gabreski y su guionista Gerald Nott sumergen esta pesadilla en un remojo de mediocridad, al plagar la historia de personajes aburridos e inconsecuentes, lugares comunes y sustos que pasaron de moda hace rato.
El foco de la trama lo tiene al doctor John Chambers (Brian Krause, el único del elenco que le aporta algo de dramatismo verdadero al asunto), quien se muda a un pequeño pueblo que esconde un oscuro secreto. Como todo pueblo chico en historias de terror, pero en fin. A medida que la duda empieza a sembrar en el seno familiar debido a la conducta más que sospechosa de los vecinos, y las apariciones de figuras en medio de la noche se vuelven más y más angustiantes, alguien tiene que desentrañar este misterio antes de que se cobre como saldo la vida de uno de ellos.
Luego de un inquietante comienzo en donde un padre de familia (Kevin Grevioux, ese hombre de vozarrón grave que hemos visto en la saga Underworld) pierde a su hija a manos de la oscuridad, el resto va cuesta abajo. Las intenciones de la fuerza villana nunca quedan claras y, si bien no todo se debería explicar, no hay desde el guión un atisbo alguno de hacer a estas sombras malévolas interesantes. Incluso su diseño deja mucho que desear y el director lo sabe, al esconder dicha falta de presupuesto vibrando la cámara cada vez que hacen acto de presencia. La historia va desde el punto A al B de una manera por demás rutinaria, convirtiendo al film de terror en un thriller sobrenatural muy predecible, que no es rescatable ni siquiera por la escueta duración.
Podrá tener algún que otro acierto, alguna escena donde realmente se destaque el horror, pero en líneas generales es otro estreno lamentable que llega a las salas para ocupar el lugar de «el estreno de terror de la semana» y ya. Verla en cable cuando no hay nada más podría ser el único destino de esta película mínima.
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