Un inexperto Batman se enfrenta a un camino de cadáveres que deja el misterioso asesino "Holiday" durante las festividades en Gotham. Junto con el comisionado Gordon y el fiscal Harvey Dent, intentará dilucidar que esconden las sombras de la ciudad.
Bruce Wayne contempla a través de la ventana a una Gotham corrupta, mientras escucha la oferta del mafioso que lleva las riendas de la ciudad, Carmine Falcone. Jactándose de su vieja amistad con Thomas Wayne, el magnate empresario presiona al heredero, solo para obtener una frase fulminante de su parte: “Yo creo en Gotham City”.
Tras una secuencia de títulos que nos pone en contexto con sus actuantes y con los acontecimientos previos de uno de los casos policiales más extenuantes que alguna vez haya vivido la ciudad, la amenaza golpea con una tetina de mamadera como silenciador en la noche de Halloween, y la cuenta regresiva comienza.
Esta primera parte, dirigida por Chris Palmer (Superman: Man of Tomorrow), nos presenta a un elenco de muchas caras frescas en el universo animado de DC, y otras no tanto. El detalle no es menor, porque esta historia, lanzada como una serie limitada de comics entre 1996 y 1997 por la maravillosa dupla Loeb/Sale -que trabajaron en cómics como Hulk: Gray, Daredevil: Yellow y mi favorito: Spider-Man: Blue- nos presenta a una Gotham igual de oscura a la que estamos acostumbrados a ver, pero con un matiz más que interesante; nos pone en las botas de un Batman primerizo, cuyo drama existencial y moral fragmentada aflora más que su delicadeza y sutilidad a la hora de combatir a los villanos. El gran laburo de Jessen Ackles -que ya nos regaló a Jason Todd en Under the Red Hood hace unos años- nos hace sentir la furia descontrolada de este justiciero que golpea primero y pregunta después. Qué mejor opción para un Hombre Murciélago que busca su identidad detectivesca a través de la delincuencia que un actor que nunca se había puesto la capucha anteriormente. Te extrañamos, Conroy, pero es tiempo de nuevas oportunidades.
Enfocándonos en la trama de este policial hecho y derecho, tras el asesinato de Johnny Vitti, sobrino del “Romano”, nuevas cartas se despliegan sobre la mesa, presentando al trío que intentará dar con el asesino que les hace agarrar varios dolores de cabeza. Junto con un James Gordon cansado, que apenas tiene tiempo de abrazar a su esposa e hijos, y con el recientemente fiscal del distrito Harvey Dent, sediento de encerrar criminales por doquier, el Murciélago deberá recorrer los humeantes rincones de la ciudad para responder las preguntas que dejan los cadáveres a medida que el minutero avanza.
En la piel -bueno, la voz- de nuestro amigo comisionado tenemos a Billy Burke -Charlie Swan en la saga crepuscular-, que deja su tonos graves y sus pausas sutiles muy bien parados al personaje. Como el Caballero Blanco contamos con el gran Josh Duhamel, que estuvo en Transformers, hizo de un papá genial en Love, Simon, te actúo en un Call of Duty y te cargó al hombro la fallada Jupiter’s Legacy como The Utopian. No, no es una reseña sobre Josh, pero no quería dejar de brindarle mi apoyo con algunas palabras.
Pero este trío dinámico no está solo, porque la gatuna favorita de todos hace presencia como un pilar fundamental. Gracias a la interpretación de Naya Rivera -Santana de Glee–, estamos ante una Gatúbela que juguetea, pero que por debajo demuestra ser una de las sombras más soberbias y experimentadas de toda Gotham City. Y tras una galería de villanos que pintan de colores lúgubres a esta ciudad tan pacífica y de ensueño, el bromas por excelencia pisa rechinando con una risa tan maliciosa como contagiosa. No, no es el amigo Hamill, sino su sucesor -y lo reafirmo con ahínco-, el multifacético Troy Baker. Desde Joel a Sam Drake, de viajar por la compleja mente de Hideo Kojima en su Death Stranding a recorrer la Tierra Media en La Sombra de Mordor, de interpretar al mismísimo Bruce Wayne y a Jason Todd, Baker vuelve a demostrar maestría con su Joker verborrágico, habiendo sorprendido con anterioridad en el juego Batman: Arkham Origins. Por aquel entonces, llenar los zapatos de Mark no era tarea fácil; no los llenó, sino que los corrió a un costado y planto sus propias botas, marcando una vez más la excelencia de su trabajo.
Tras presentar a semejante elenco, y sin mencionar que la articulación entre ellos es de primer nivel, queda destacar el apartado visual, que es de lo mejor que se vio en el universo animado de DC. Con sombras que no tienen miedo de tapar un rostro protagonista para genera dualidad, con rasgos duros que evidencian conflictos tanto externos como internos y con una violencia explícita que pintan la pantalla de un rojo opaco, The Long Halloween es una cinta que se ve bien, y se siente aún mejor. Gracias a la planificación de Palmer, pasamos desde primerísimos planos que nos meten en la psiquis de un Dent conflictuado, a planos generales que, como si fuera una pintura rupestre, nos muestran el arte que deja el asesino a su paso. Las diversas paletas de colores se entremezclan con las sombras, que son las protagonistas de la película. Todo subyace, mientras la ciudad colapsa alrededor.
La musicalización de Michael Gatt se complementa con el sonido de la escena, que resuena con un eco que estremece. Cada disparo, cada risa malévola nos hace sentir como si estuviéramos ahí, amordazaos a nuestra suerte. Las notas de Gatt nos conducen por este policial con toques de noir, remarcando cada momento memorable de esta aventura.
En definitiva, el inicio de este viaje detectivesco por el corazón de una ciudad corrompida marca un excelente inicio, dejando ver que el origen de los villanos, como los crímenes que cometen, no es más que la mera exclamación a una ciudad que no los escuchó, y ante este hecho, decidieron forjar su propio camino hacia la delincuencia. Pero los maleantes no son los únicos afectados, porque los que buscan hacer el bien se encuentran en la misma dicotomía. ¿Actuar bajo el nombre de la ley o romper mis ideales? ¿Llevarlo a un interrogatorio justo o reventarle la rótula hasta que hable? Estos interrogantes rondan durante todo el film, remarcando que nadie, ni el alma más pura, escapa de las sombras que se ciernen sobre este rincón del mundo.
“Yo creo en Gotham City”. Pero, ¿hasta cuándo?
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