Michael Mason es un carterista norteamericano que vive en París y se ve cazado por la CIA cuando roba una cartera que contiene más que una billetera. Sean Briar, el agente destinado al caso, pronto se da cuenta de que él es un peón en un juego mucho más grande, a la vez que también es su mejor recurso para descubrir una conspiración a gran escala.
No pudieron darle la saga 007 a Idris Elba, así que se tuvo que contentar con Bastille Day, una respuesta anglofrancesa y no alienígena al ataque sufrido por los norteamericanos en la fiesta patria por excelencia. Corta de ideas pero con anhelos fílmicos interesantes, la nueva película del inglés James Watkins -la fascinante y turbia Eden Lake, la atmosférica The Woman in Black– se queda a medio camino entre el fragor de las sugerentes escenas de acción y la mala planeación del guión.
¿En qué mundo un ladrón de poca monta se ve involucrado con un agente encubierto de la CIA en París como agente de repuesto en su intento para frenar el atentado terrorista del título? En el mundo que crean a partir del guión Watkins con el novato Andrew Baldwin, donde los caprichos de la trama deben dejarse de lado para disfrutar de las sinceras motivaciones de un grupo de villanos frente a la bondad de un dúo disparejo que se une por la fuerza del destino. Tanto el Briar de Idris como el Michael Mason de Richard Madden tienen esa química que remite a otras duplas memorables del cine de acción, pero por mas que se esfuercen en soltar diálogos convincentes, es la línea narrativa la que no los ayuda en nada y se dedican a lanzar frases que dan vergüenza en ciertos momentos pero resultan loables en otros. Por otro lado, el apartado femenino se queda corto, con la linda Charlotte Le Bon reducida a una mezcla de damisela en peligro e histeria, mientras que la bellísima Kelly Reilly está totalmente desperdiciada como una agente de la CIA que se la pasa de oficina en oficina.
Sí, el plan de los malos tiene sentido y aparenta lo que no es, pero su ejecución es de un estilo tan de manual que cae en los lugares más obvios imaginables, donde el espectador astuto podrá identificar cuáles son los próximos giros y revelaciones. La película sale a flote por el carisma de Elba y por las inspiradas escenas de acción, una corrida por los techos parisinos aquí, una persecución a alta velocidad allá, y un par de piñas y tiros para condimentar.
Bastille Day funciona, dura lo justo y necesario, pero le quiere competir a producciones americanas con una temática en la que los yanquis son amos y señores. Al ser un film acotado, el patriotismo apenas si se siente en la trama, como si la historia fuese totalmente intercambiable con otras naciones portentosas del mundo. Y ya cuando las ideas huelen a intercambio, el resultado tiene que ser excelente y, lamentablemente, la última película de Watkins apenas si araña lo interesante.
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