La cándida confesión de Barney recorre cuatro décadas y dos continentes, e incluye tres esposas, un padre impresentable y un amigo encantador y totalmente licencioso.
El mundo según Barney no es otra cosa más que la vida de Barney, si bien quien da título a la película tiene fuertes convicciones y opiniones sobre ciertos temas como el amor o la familia, la historia se dedica a seguir a lo largo de cuatro décadas a un personaje de moral cambiante. Sin otra continuidad más que el paso de los años, la versión de Barney discurrirá a lo largo de más de dos horas sobre los aspectos más relevantes en la vida de su protagonista. Y al tratarse de esto, el guión amaga y retrocede, cuando perfila hacia un punto, toma un desvío. Por momentos el tema es el matrimonio, tres esposas diferentes dan cuenta de esto, por otros una subtrama policial es la que se apropia del relato en diferentes etapas, para que finalmente sea una enfermedad la que lleve la historia a un puerto, bueno o malo queda a criterio del espectador.
Richard J. Lewis, quien durante más de dos décadas ha trabajado en la pantalla chica, hace su debut en cine con un filme que tiene mucho de televisivo. Como si se tratase de una serie, incapaz de sostenerse a lo largo de los episodios con sólo un conflicto, el guión de Michael Konyves abre las puertas a todo aquello que Mordechai Richler incluye en su novela. Son tantas las ramificaciones de la historia, que solo a base de estirar a 134 minutos su duración es que se puede llegar a desarrollarlas. A pesar de esto, el argumento central, el camino del cual no se debería haber apartado, está muy bien llevado, con fragmentos realmente divertidos y emotivos. Mucho de esto corre por cuenta de las figuras principales, Paul Giamatti en un muy buen papel sobre el que recae la totalidad de la película, y un Dustin Hoffman con una pizca de Focker que interactúa en forma correcta con quien interpreta a su hijo.
El costado más atractivo de la película se muestra en el revelador adelanto que se exhibe en los cines. Dos matrimonios fallidos conducen a que Barney encuentre al amor de su vida, Miriam, con quien comparte 25 años hasta que el desgaste y una crisis los lleva a la separación. Esta versión alcanza y sobra, un hombre a quien la vida encuentra en Roma en los ’70 con un grupo de artistas y acaba como un productor de televisión de larga trayectoria con tres esposas a cuestas. Los conflictos laborales, policiales, neurológicos, no hacen más que rellenar en exceso las breves rendijas que la vida de Barney deja entre pareja y pareja. Una comedia dramática con vuelo propio no necesita de agregados que busquen hacerla extraordinaria, menos a un equipo pendiente del rating.
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