Jacq Vaucan, un agente de seguros de la corporación robótica ROC, investiga rutinariamente el caso de la manipulación de un robot. Sin embargo, lo que descubre tendrá profundas consecuencias para el futuro de la Humanidad.
A primera vista, Autómata es un refrito de varios clásicos de ciencia ficción, con mucho homenaje y siempre teniendo como idea firme las normativas robóticas escritas por el gran Isaac Asimov. Sin ir más lejos, el film de Gabe Ibáñez remite demasiado a I, Robot y nunca se puede despegar de ese estigma, por más que lo intente.
Los puntos fuertes son varios. Sin el gran presupuesto de un blockbuster de Hollywood, Autómata logra crear e introducir a la audiencia a un futuro creíble y clásico al mismo tiempo. También permite que la trama interese durante sus primeros tramos, y la preocupación por los sentimientos y el destino de las máquinas autoconscientes sean palpables, emocionantes hasta cierto punto. Ibáñez tiene pulso visual y se aferra con fuerza a su presupuesto, el cual exprime hasta las últimas consecuencias, entregando ciertos pasajes con mucha inventiva e ingenio. Si al menos le hubiese puesto ese mismo ímpetu al guión, firmado en coautoría con Igor Legarreta Gómez y Javier Sánchez Donate, el resultado hubiese sido vastamente superior. El suspenso y las ideas planteadas al comienzo van perdiendo potencia y lo que en un principio era una aventura robótica medianamente fascinante se torna aburrida y densa. El argumento confluye en la siempre presente batalla entre el Bien y el Mal, con un tratamiento caricaturesco y por demás ecologista de los robots, y todo en función de una crítica a la sociedad postindustrial que termina resultando muy agarrado de los pelos.
El salvador de la película es Antonio Banderas, que regresa a su tiera natal para contar una historia que va por fuera de los productos comerciales españoles. En Autómata borda un personaje complejo y con bastantes matices, un hombre aplastado por la rutina pero que se calza las botas de héroe cuando las circunstancias lo obligan a ello. A veces puede resultar sobreactuado, casi al borde de desdibujarse por completo, pero en definitiva es el foco de atención del film y sale bien parado en la travesía. Por otro lado, el elenco secundario es realmente olvidable, dignas de cualquier obra de serie B, lo que no ayuda en absoluto a comprar por completo la animosidad y el ambiente que la película propone.
Autómata sugiere mucho y se queda en la simple propuesta. Es, sin embargo, una sencilla historia de ciencia ficción, pasatista al por mayor, que se deja disfrutar si el género gusta demasiado.
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