Crítica de Arrival

Luego de que extraterrestres aterrizan a lo largo del planeta, una lingüista es reclutada por el Gobierno en una carrera por descifrar las intenciones de los invasores sobre la Tierra.

Las historias de las películas del director Denis Villeneuve son bien diferentes entre sí: una tragedia en un colegio de Montreal; un conflicto familiar durante la guerra del Líbano; un hombre en problemas con su clon; la búsqueda de una niña desaparecida; la lucha incesante entre narcos y agentes. Respecto a la diversidad de tramas, Arrival -adaptación del relato The Story of Your Life, de Ted Chiang– no es la excepción a la regla. En su primer film de ciencia ficción, el canadiense demuestra que le hace frente a cualquier género. El motor es tan sencillo como efectivo y se resume en la primera pregunta que la lingüista Louise (Amy Adams) le hace a los recién llegados: «¿Por qué están aquí?».

Doce naves gigantes, ovaladas y oscuras, se posan cada una en un lugar diferente de la Tierra, en principio, sin ninguna lógica. En los cascarones -como las definen los protagonistas- viven extraterrestres. Al que Arrival le presta atención es al que se aloja en un campo de Montana, Estados Unidos. Para que los visitantes puedan responder la pregunta anteriormente mencionada y comunicarse con los humanos, el coronel Weber (Forest Whitaker) recurre a Louise y al científico Ian (Jeremy Renner), ambos especialistas en lenguaje. Desde el momento en el que la protagonista se asienta en la base militar que rodea al cascarón, el espectador atravesará diferentes sensaciones, entre las que resaltan la incomodidad y la melancolía, fabricadas principalmente por el lirismo de los sutiles y cuidados planos que crea Villeneuve.

Incomodidad porque el director maneja la intriga con cinismo, con preguntas que obtienen respuesta tras una serie de cálculos científicos y de descubrimientos personales de Louise. El espectador debe tener paciencia. A ritmo pausado, plano tras plano, el realizador se las arregla para no dejar cabos sueltos. Lo melancólico se basa cien por ciento en el personaje interpretado por Adams. A medida que la historia corre, los sentimientos de la protagonista comienzan a tomar más relevancia que los cascarones. El efecto es logrado gracias a la utilización de flashbacks narrados en tono diferente al de la historia principal, con otra paleta de colores, el predominio del silencio y la cámara en mano. Spike Jonze utiliza esa misma herramienta en Her -una película de espíritu similar al de Arrival– para revivir los momentos felices del protagonista con su ex pareja.

Otro de los aciertos de Villeneuve es la seriedad con la que trata a la ciencia ficción. La película entra dentro de los esporádicos títulos estrenados anualmente que saben correrse de la línea de lo convencional en lo que al género refiere. Precisamente, este año apareció 10 Cloverfield Lane, un pequeño film que recorre el límite entre lo real y lo fantástico, así como también trata de forma sutil y con fundamentos la posibilidad de la llegada de extraterrestres. En Arrival, cada plano está dotado de un trabajo artístico notable. La lógica del relato se sostiene con fundamentos totalmente probables que, en la mayoría de las ocasiones, no son explicados con diálogos, sino con acciones.

Así como las tramas de Polytechnique, Incendies, Prisoners, Enemy y Sicario son bien distintas entre sí, el trasfondo que recorre el director en su obra es esencialmente el mismo. Sus protagonistas están marcados por una determinada decisión que tiene que ver con algún episodio de su pasado. De todos da a conocer su costado más íntimo. El espectador sabe cuáles son sus temores y sus sueños. Por lo tanto, los caminos que toman respecto a lo que persiguen son aquellos que empujan a las historias y, casi siempre, regalan un final sorprendente. Arrival, que tampoco está exenta de ello, es la película más completa del director. Desde la banda sonora de Jóhann Jóhannsson hasta el reparto capitaneado por una incomparable Amy Adams, Villeneuve logra la difícil tarea de usar la ciencia ficción como excusa, para que aquello que quiere hacer llegar al público, efectivamente lo haga.

 

 

 

 

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Nicolás Mancini

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