Argo documenta la operación encubierta de vida o muerte para rescatar a seis estadounidenses, cuyo detrás de cámaras reveló la realidad de la crisis de toma de rehenes en Irán, lo cual fue desconocido por el público durante décadas.
La idea de que un técnico de la CIA se haga pasar por un productor de Hollywood para rescatar -o al menos intentarlo- a seis diplomáticos americanos en fuga durante la crisis de rehenes en Irán en 1979 suena demasiado ridícula como para ser verdad, pero realmente sucedió. En ese año, Tony Mendez se infiltró en territorio iraní y se lanzó hacia lo imposible. Quizás sea una historia muy descabellada para Hollywood, pero últimamente el medio ama las historias de este tipo, y por eso Argo es una de las películas más apasionantes del año en lo que puede considerar un drama puro y duro.
En la secuencia inicial, que sirve perfectamente para establecer el tono siniestro y verídico de la propuesta, presenciamos el hostil y dramático asalto a la embajada americana en Teherán en una detallada recreación del terrorífico evento que tuvo en vilo a todo el mundo mientras 52 americanos eran retenidos en apoyo a la revolución en plena gestación. Durante dicho revuelo -en el cual las apabullantes imágenes muestran ambos lados del oscuro hecho- un puñado de oficinistas escapa para evadir la captura y lo que supondría una inminente muerte.
Uno de los factores claves de que Argo funcione como una máquina bien aceitada es por como sus ingredientes encajan todos progresivamente en la trama. Funciona porque lo intrínsecamente desquiciado de la solución para rescatar a los americanos trae aparejado un humor muy bien posicionado sin crear bromas inapropiadas ni irrespetuosas, ya que sus personajes no son meros alivios cómicos -escenas en donde destacan con brillo propio la pareja de Alan Arkin y John Goodman, ambos en su salsa-. El guión del ingresante Chris Rossio puede mezclar con pericia esas transiciones entre el desparpajo de crear una película falsa en la Meca del Cine y por el otro, crear un profundo drama con la crisis en el Oriente y los refugiados americanos.
Si alguien hace diez años me hubiese dicho que Ben Affleck se convertiría en un director justamente oscarizado, me hubiese reído en la cara de aquella persona. Hoy, a cinco años de su debut como realizador, cada película lanzada ha generado más repercusión que la anterior. Lejos han quedado esos días de paupérrimos films con su protagónico que estelarizaban las marquesinas, y uno llega a descubrir lo exponencialmente buen director que es, polarizando sus regulares actuaciones. Acá tiene un papel muy frontal, pero muy bien cuidado y apoyado en varios actores de renombre que sacan a relucir todo su arsenal anímico. Quizás ciertos puntos de la historia no cierren apropiadamente con la trama (¿cuanta relevancia tiene que el papel de Affleck sea un padre casi ausente?) pero la mano de Ben como director y su visión es innegable a la hora de los momentos finales, una escena simplemente tensa y desgarradora que lo tiene a uno en agonía y puede considerarse como una de las mejores escenas que se han visto en cines este año.
No importa si uno no sabe nada de esta historia de antemano, Argo te lleva en un viaje educativo de principio a fin, y ya uno sepa o no el desenlace de esta historia, Affleck posee las herramientas suficientes como para dudar hasta el último instante sobre si todo este plan rimbombante tendrá éxito o no. La tensión acumulada durante todo el film tiene la capacidad de envolverlo a uno, y ayuda bastante el hecho de una recreación detallada hasta el más mínimo detalle que ayuda a verse inmerso en la época de los hechos, desde un arruinado cartel de Hollywood hasta las noticias de la revolución, el diseño de vestuario, los peinados, todo está muy bien cuidado y sigue sumando puntos a una ya brutal historia.
Desde la brillante escena al comienzo hasta los últimos cuadros, Affleck y compañía ofrecen una inteligente y escalofriantemente real historia de heroísmo, donde estos son personas inesperadas y comunes, con fallas pero también con talentos ocultos, y por ello cargan un dejo muy potente en sus conflictos: los hace humanos, y relacionables a cada espectador por igual. Gracias a una de las voces más cautivadoras del cine en estos momentos, Argo es la perfecta combinación entre narrativa, inteligencia y suspenso.
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