Las películas de terror son complicadas. No siempre se pueden encontrar buenos ejemplos y el generar miedo en el espectador no es nada fácil. No solo porque es algo completamente subjetivo y que depende de cada persona, sino porque dar en el clavo y encontrar la mejor manera de explotar el temor es algo complicado. Los jumpscares ya no son tan efectivos como solían serlo y pensar que el gran villano es un demonio se siente viejo y explotado por demás.
Por eso, cuando aparece una película como “Antlers”, su importancia se resignifica. La cinta dirigida por Scott Cooper y basada en el cuento “The Quiet Boy», de Nick Antosca; utiliza los clichés del género pero les sabe dar el giro necesario como para sorprender constantemente al espectador y generar esa sensación de disconformidad y alerta constante que tan importante es una cinta película de este estilo. Esto hace que sea más que entendible el rol de Guillermo del Toro como productor.
A Antlers también la ayuda que cuenta con dos actores excelentes. Keri Russell le da vida a Julia Meadows, una maestra que acaba de regresar a su pueblo natal en Oregon y vive con su hermano Paul, el sheriff del lugar. Este está encarnado por Jesse Plemons, uno de los mejores intérpretes de la actualidad y no se aceptan discusiones al respecto. Lo de ellos dos es increíble y le dan una solidez e importancia a una historia que, en sí es simple, que la hace superior a muchas películas de este estilo.
Para ser claros, no es la película de terror perfecta, por más que sepa reinventar los clichés, siguen ahí. Los jumpscares están presentes. Pero en donde muestra su fuerza es en como utiliza una criatura mítica como el Windigo, parte del folklore de los nativos americanos, para contar historias de abuso intrafamiliar, enfocada en el personaje de Lucas Weaver, uno de los estudiantes de Julia que empieza a mostrar claros signos de abuso. Lo de Jeremy T. Thomas, el niño encargado de ponerse en el rol, es maravilloso. Es increíble cómo mejora un film de terror con la presencia de un niño actor que sabe transmitir el peso de la trama.
Antlers toma elementos del folklore nativo de Estados Unidos pero no se siente como apropiación, una línea más que fina y delicada, especialmente en la actualidad. De la mano de este ser mitológico terrorífico puede contar una historia mucho más escalofriante, como es la de los padres que abusan de sus hijos, la crisis de opioides que consume el interior de ese país y la poca atención que se presta a los niños cuando están en situaciones de peligro.
Una efectiva película de terror que funciona en cada uno de los objetivos que se pone, pero no sobresale en sí en ninguno. Correcta, sí, aterradora, por momentos, pero no tanto más.
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