Se basa en la escandalosa y explosiva historia real de Barry Seal: un estafador y piloto reclutado por la CIA para llevar a cabo una de las misiones encubiertas más grandes en la historia de Estados Unidos.
La transición de los años ’70 a los ’80 nos dejó grandes películas y discos, como a su vez importantes conflictos políticos, sociales y culturales. También figuras o personajes con historias que parecen realmente salidas del cine de Brian De Palma u Oliver Stone. American Made -presentada en estas tierras como Barry Seal: Sólo en América– es lo nuevo de Doug Liman (The Bourne Identity, Mr. and Mrs. Smith) que protagoniza Tom Cruise (Edge of Tomorrow) y perfectamente entra en esa categoría. Basada en hechos reales, nos acerca hacia el auge y caída en la vida de Adler Berriman Seal -más conocido con el nombre del título- un piloto de aviones que durante fines de los años ’70 y principios de la década siguiente se convirtió en agente mercenario de la CIA, a partir del tráfico de drogas y armas, asociado al cartel colombiano de Jorge Ochoa junto a Pablo Escobar y al armado de las organización Contra en Nicaragua.
Ya desde los títulos vamos a ver el excelente juego que se realiza en materia de estilo de época. A diferencia de otros trabajos anteriores, el realizador nos ofrece una dirección que mezcla elementos de los ’70 y ’80, con un estilo que por momentos pareciera propio de un documental: cámara en mano, utilización de acercamientos y alejamientos en planos y demás. También se suma el uso de archivos en video y la idea del VHS donde Seal se filmaba contando su historia. Lo mismo sucede con una excelente banda sonora, que evoca toda esa época repleta de rock, funk y disco, además de salsa y música latina. Cada año que se presenta lo hace a partir de una canción y estilo diferente, siendo esta una manera acertada para contextualizar. El guión está repleto de diálogos con humor y situaciones tan impactantes como incómodas, que sorprenden cuando se cae en el «pensar que esto realmente pasó». Capaz puede resultar larga por momentos, pero también es parte de la intencionalidad por reflejar de la mejor manera todos los acontecimientos que atravesó el protagonista.
Es para destacar la acidez que maneja en referencia a los gobiernos norteamericanos de esos años. A partir de chistes, diálogos y escenas irónicas, nos está hablando de un contexto repleto de burocracia, poder y corrupción, sobre todo en el proceso de intervencionismo anticomunista norteamericano en el mundo durante la Guerra Fría y los gobiernos de Jimmy Carter y Ronald Reagan con George Bush padre. Por lo cual, además de ser una adaptación biográfica, también es un comentario a la sociedad estadounidense de la época, y nos ubica para que entendamos no solo quién fue Barry Seal, sino también por qué y cuáles fueron las condiciones culturales y políticas que lo llevaron a serlo.
Luego del gran fracaso de Universal con la remake de The Mummy, volvemos a tener un Tom Cruise en un papel contundente. Cargándose de una actitud irreverente y egoísta, el actor logra ponerse al hombro su importante rol como personaje central. También tenemos excelentes actuaciones por parte de Domhnall Gleeson en la piel de Monty Schafer, un agente de la CIA tan inteligente y gracioso como corrupto, Sarah Wright como Lucy Seal, esposa de Barry, y Alejandro Edda como Jorge Ochoa, que logra sobresalir un poco más que su socio Pablo Escobar -encarnado como siempre por Mauricio Mejía (El Patrón del Mal)-.
Al mejor estilo The Wolf of Wall Street, American Made nos relata la vida de un personaje que representa toda una época norteamericana, que se vuelve un reflejo mordaz pero real de lo que significaron las políticas estadounidenses para con el resto de América, bajo ese doble juego con tráfico de armas, carteles de droga e intervencionismo político-militar. Con sobria dirección, arte y estética, estamos ante una película de notable historia, dinámica y acidez, que nos demuestra cómo a veces tranquilamente la realidad supera a la ficción.
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