En la oscuridad de una sala de cine, los espectadores caerán uno a uno a manos de un asesino en este formidable homenaje al cine slasher con sello uruguayo.
Llueve torrencialmente en Montevideo un domingo de 1993. Un hombre particularmente sospechoso ingresa a la última función de una película de terror en un cine con cierto aire decadente. En la oscuridad de la sala, los espectadores caerán uno a uno en manos del asesino, mientras que otros lo enfrentan para salvar sus vidas y evitar una masacre en la matinée.
Hablar de terror en el cine de los 80 sin hablar de subgénero slasher sería algo así como hablar sobre el cine clásico obviando los títulos de la Universal Studios. Películas como La Masacre de Texas de Tobe Hooper o Halloween de John Carpenter no sólo despejaron el camino para esta subclase de horror movies sino que quedaron incluso marcadas como obras de culto. Y esta refulgente co-producción argentino-uruguaya no tiene ni un gramo de envidia.
Para estar a la altura de aquellos clásicos, este homenaje de Maximiliano Contenti (Muñeco Viviente V, Redrat) se alimenta de un valioso montaje de época como así también de un remarcado trabajo en efectos especiales. Estos últimos son una oda al exceso surreal de sangre y vísceras que reinaba en el séptimo arte 40 años atrás. Terminan siendo tan apabullantes que llega un momento en que el espectador acaba adoptando la misma actitud que sus personajes: más allá del terror, la sorpresa estupefacta. Sin trucos de CGI de por medio, las escenas gore están repletas de considerable ingenio y brutalidad, todo a base de trucajes tradicionales llevados al extremo.
Una película de Frankenstein se proyecta, los distintos personajes acuden a la sala con sus propias motivaciones y la ambientación no puede ser más perfecta. El reparto es amplio y las tramas y subtramas abundan. Todo es impredecible en este film de terror. Incluso los niños no están exentos de probar la rabia del asesino. Y es que Al morir la matinée no oculta su propósito: la sangre y la brutalidad disfrutan tanto de su protagonismo como los mismos actores.
Deliciosamente repulsiva y con increíbles efectos de prótesis y maquillajes, la admirable veneración de Contenti a obras de culto sobresale en todo momento en su viaje al pasado. Es observable el talento invertido detrás de cámara y si adicionamos que la historia transcurre exclusivamente puertas adentro de un cine, el ingenio del relato no tiene precio. Puede que el cine slasher haya tenido su momento, pero este recordatorio de aquellos -buenos- tiempos hará saltar a más de uno de su asiento.
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