Crítica de Abduction / Identidad Secreta

Cuando Nathan Harper comienza a investigar la verdad en torno a su infancia, descubre que sus padres no son quienes dicen ser y, sin conocer el motivo, se ve perseguido por la policía, agentes del gobierno y asesinos a sueldo. A partir de ese momento su vida se va a convertir en una carrera constante en busca de su verdadera identidad.

A los actores de sagas como las de Crepúsculo o Harry Potter les cuesta salir del encasillamiento en el rol que los lleva a la fama mundial. Tanto Kristen Stewart como Robert Pattinson ya han intentado, con mayor o menor éxito, romper el cerco vampiro encabezando otras realizaciones que no requerían que se alejaran demasiado de sus papeles conocidos. El que faltaba era Taylor Lautner, quien busca pegar un salto a medias con Abduction, una película de acción muy light que trata de mantenerse cercana al público adolescente que sigue a su protagonista.

La joven estrella transpira Twilight por los poros, como si fuera una exigencia del contrato hacer nuevamente de Jacob. Un juego interesante que se puede poner en práctica en la previa a la proyección es tratar de medir el tiempo que tardará el joven actor en aparecer sin remera. La velocidad con que lo hace sorprende, de la misma forma que el notar que todavía gruñe como si el lobo estuviera a punto de aflorar. La identificación con un sector específico de la audiencia no se limita sólo a su personaje central, de hecho la amenaza del gran villano es eliminar uno a uno a todos los contactos que el otro tiene en Facebook.

Tras una década y media de mantener un promedio de una película cada dos años el director John Singleton se tomó una larga pausa. Four Brothers (2005) había sido su último trabajo, una buena película de acción centrada en la búsqueda de venganza de cuatro hombres criados como hermanos por una madre adoptiva recientemente asesinada. Si Abduction es una peor película en todo sentido es porque parece más ocupada en instalar una nueva franquicia joven a la que explotar. El guión del debutante Shawn Christensen toma ciertos elementos de Wanted y Bourne a los que agrega muchas hormonas, dando como resultado un film azucarado y carente de originalidad.

Hay no obstante ciertos elementos rescatables, sobre todo durante la primera parte. Fundamentalmente se dan con las intervenciones de Maria Bello y Jason Isaacs, este último boxeando a Lautner, al igual que Sigourney Weaver, Alfred Molina y Michael Nyqvist, todos como parte de una gran trama de secretos y mentiras que llama algo la atención hasta que se revela como un Wanted sin disparos curvos. Así la elección del joven Taylor como héroe de acción queda justificada, ya que se trata, sin llegar a los extremos de I Am Number Four, de otra película pensada para aprovechar la mina de oro que resultó ser el público adolescente.

 

 

 

 

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Migue Fernández

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