En los años previos a la Guerra Civil de Estados Unidos, Solomon Northup, un hombre negro libre que vive en Nueva York, es secuestrado y vendido como esclavo. Solomon deberá luchar no sólo por continuar vivo sino también por preservar su dignidad frente a la crueldad de sus amos.
12 Years a Slave no es una película que se pueda olvidar fácilmente. Su temática, basada en la cruenta realidad norteamericana de la esclavitud, tiene una mirada para nada parcial sobre el asunto, y eso corre por cuenta del director británico Steve McQueen. En palabras del productor del film y actor secundario del mismo, Brad Pitt, se necesitó de un inglés para hacer la película definitiva sobre la esclavitud en Norteamérica y nunca el blondo actor estuvo más acertado.
Los doce años del título se concentran en la odisea de Solomon Northup, un joven caballero felizmente casado, padre de dos hijos y orgulloso violinista, que de una situación aparentemente inofensiva se ve empujado a una pesadilla sin escape visible. Durante estos inmisericordes años es donde Solomon se cruzará con un sinfín de personajes que le demostrarán las mejores y las peores caras del ser humano. La gran virtud del film de McQueen es nunca tomar una posición, ni intentar aleccionar al espectador. Estos lamentables hechos de lesa humanidad ocurrieron y no hay un aumento gratuito de violencia para que las acciones se sientan aún más profundas y deplorables.
Dentro de este marco de esclavos y dueños, el elenco se luce desde el protagonista hasta el último extra. Chiwetel Ejiofor es la cara misma de la congoja, un verdadero tour de force ya sea sufriendo en carne viva las vicisitudes de ser un esclavo, como al personificar la antorcha misma de la esperanza, un hombre que hará todo lo posible para sobrevivir y volver a casa con su familia. Su persona se contrasta con excelencia a la par de Michael Fassbender como el brutal Edwin Epps, un ser totalmente repelente que cree verdaderamente en la superioridad del blanco por sobre el negro, en una actuación desbordante y completamente atemorizante. La estrella, el vehículo de lucimiento además de Ejiofor, es la novata Lupita Nyong\’o. Muchos se ven escépticos al ser este su primer gran papel en Hollywood y colmarla de premios, pero la Patsey de Lupita es simplemente descollante, una verdadera joyita entre tanta oscuridad. Es un papel pequeño, pero resonante por la afectividad que genera y por la brutalidad que debe enfrentar. Corporizar a seres detestables no debe ser una tarea fácil para un actor, pero las interpretaciones secundarias de Sarah Paulson, como la esposa de Fassbender, Paul Dano, como un capataz de la hacienda Epps, y Paul Giammati, como un vendedor de esclavos, se antojan tan reales y sin esfuerzo que asusta la naturalidad con la que este trío se entrega a sus papeles.
El gran logro que eleva a 12 Years a Slave a alturas impensables no son los artilugios técnicos que representan la dirección avasalladora de McQueen, la fotografía sobria pero detallada de Sean Bobbit, el guión de John Ridley o la música del gran Hans Zimmer, sino una combinación de todas las partes mencionadas y la amalgama que generan. Al ver los durisimos 134 minutos del film, uno no puede dejar de pensar en la injusticia y la vergüenza que significan los hechos que desfilan en pantalla. El film de McQueen es tan poderoso y golpea tan fuerte que uno se pregunta si vale la pena ser un ser humano cuando estas atrocidades se han cometido, y probablemente se sigan cometiendo. ¿Realmente nos merecemos ser la especie reinante del planeta?
[ratingwidget_toprated type=»pages» created_in=»all_time» direction=»ltr» max_items=»10″ min_votes=»1″ order=»DESC» order_by=»avgrate»]
Lo nuevo de Michael Mann retrata al creador de la mítica escudería.
Paul Giamatti protagoniza una de las serias candidatas al Oscar.
Sydney Sweeney y Glen Powell se juntan para intentar revivir las comedias románticas.
Hollywood se prepara para celebrar a lo mejor del año pasado.